Los derechos fundamentales de todo ser humano (La sanidad, la educación, la justicia, el derecho a una vivienda digna, a sacar adelante a una familia, a aspirar a una justicia real, accesible y gratuita...), nunca deberían ser objeto de negocio, especulación o privatización. Si un gobierno gestiona mal, cámbiese el gobierno. Pero que no se utilice la rentabilidad como argumento para el saqueo de los bienes públicos. Los derechos no tienen precio, ni son negociables.


lunes, 20 de octubre de 2014

Música recomendada: Digeridoo

Conocí y escuché por primera vez este instrumento en un albergue entre las dunas del Sahara. Imaginaros las noches con esta música lo atractivas que podían ser. Os dejo algunos enlaces para que veáis si os gusta:

En Youtube.
En la wiki
Uno recomendado.

Buenas noches y buen gobierno.

Música recomendada: El crisol del tiempo

Ya os he hablado en anteriores entradas de Eduardo Paniagua, y sin duda os hablaré en muchas más. La obra de este arquitecto y músico especializado en la historia medieval  es extraordinaria, y nos hace llegar auténticos tesoros.

En el Cd titulado "El crisol del tiempo" (Música medieval de Castilla-La Mancha) podemos encontrar obras de la etapa visigoda, como el canto litúrgico del rito visigótico-mozárabe "Surgam et ibo", ideal para escuchar tranquilamente en una de esas tremendas iglesias que dominan los ahora pequeños pueblos castellanos.

En la etapa hispano-musulmana empezamos por la extraordinaria "Talilatu al watia" (El nacimiento del profeta). Las otras dos obras que le siguen son deliciosas también.

Así podemos recorrer toda la obra encontrando obras deliciosas. Os aconsejo encarecidamente esta música para olvidar por un rato tanta epidemia mal gestionada, tanta tarjeta negra (¡Qué pijada lo de "tarjeta black"! ¿No hablamos castellano? Tanta lata con la unidad del imperio y su lengua, y nos vendemos al inglés) y tanto jeta.

Hay que seguir a Eduardo Paniagua, está claro. Otro día hablaremos de su hermano.

Buenas noches y buen gobierno.

domingo, 12 de octubre de 2014

La salida controlada.

Esto es pura ficción, puro calentamiento de tarro. El que vea segundas intenciones y semejanzas con la actualidad, personas físicas o jurídicas existentes o existidas, es un retorcido, oigan.

Había una vez un país gobernado en realidad por un grupo de personas muy poderosas, que controlaban de una manera u otra tanto el poder económico como los medios de comunicación, y muchas otras instituciones importantes. Aquel país simulaba ser una democracia, porque hasta entonces había sido lo más rentable, tanto para negociar con otros mercados como para mantener sumisa a la plebe, que había aguantado durante muchos años al dictador al que estos señores habían financiado para que acabara con todos sus opositores, casi a riesgo de reducir la población del país significativamente.

Habían ganado muchos años de beneficios. Pero tocó cambiar, porque la olla empezaba a bullir y la situación internacional lo aconsejaba. Se inventaron una cosa a la que llamaron Transición, que les aseguraba seguir mandando de forma que tampoco pareciera que mandaban ellos.

En aquella transición empezó gobernando un partido más o menos controlado. Pero estaba claro que había que prever una salida, para seguir manteniendo la apariencia de democracia, no fuera a ser que ganaran los comunistas y entonces se iban a perder importantes apoyos e importantes negocios, y los jefes de los jefes se iban a enfadar. Y se desempolvó y alimentó un pequeño partido, con un dirigente resultón, que decía ser de izquierdas y daba la imagen.

Consiguieron así una alternancia bipolar: Ahora los conservadores, que controlamos y ellos lo saben, y ahora los otros, a los que controlamos y ellos no lo quieren saber.

Pasaron los años, y nuestros super-amos hicieron pingües negocios, con unos y otros. Si alguno de los gobernantes se ponía borde, se le enseñaban los trapos sucios que se guardaban de él (si no hay, se inventan) o se le ofrecía un bonito cargo para su retiro. Cosas del ser humano, que para lo de los demás suele ser de izquierdas y para lo suyo muy de derechas (excepto honrosas excepciones, que las hay).

También se desempolvaron viejos sindicatos, que empezaron recibiendo un gran patrimonio, por lo perdido en la guerra, y muchas subvenciones. Y los sindicatos hacían su papel, mire usted, que es reconducir las protestas, canalizarlas y orientarlas. La relación entre esta orientación y las subvenciones ya era cosa de la mala prensa y de los malpensados.

Pero llegó un momento en que la gente ya no tragaba. La gente ya no quería ni al partido oficial 1, ni al 2. Y ya no se fiaba del sindicato oficial 1, ni del 2. ¿Qué se podía hacer? ¡A ver si va a resultar que sube la izquierda de verdad, esa que no controlamos y que nos saca los colores!

Entonces recordaron la historia del Rey de Sihun, que tenía tres rivales. Ante la caída de su prestigio, se temía que el rey perdiera el trono ante la coalición de los tres enemigos. Todos tenían segura la pérdida del trono, y lo que era peor, temían que se descubriera de verdad el grado de corrupción nacido y ocultado durante los años del mandato del Rey.

“No temáis: La gente no nos quiere, pero tampoco se fía de ninguno de mis tres rivales. Crearemos un cuarto que les diga lo que ellos quieren oír, que les prometa lo que quieren esperar. Se subirán todos a ese barco, y luego, como lo hemos creado nosotros, lo hundiremos.”

Así fue. Apareció un nuevo adalid, noble y generoso. En todos los rincones, en todas las plazas, se pagó a gente que cantaba las excelencias del nuevo héroe. Él tenía la solución de todo. Nadie sabía cómo, pero lo iba a arreglar todo de diferente forma que los reyes tradicionales. Y fue ganando seguidores, y los rivales eternos del Rey fueron perdiéndolos, de forma que ya no eran amenaza.

“Señor, hemos creado un monstruo que ahora se nos comerá, decían sus generales al Rey. No temáis, respondió este: Dentro de sus seguidores ya he prometido el poder a varios de ellos si le pasa algo al Adalid.”

Así fue, la sabiduría de aquel tirano (los tiranos no son tontos, lección 1) hizo que, tras arrebatar seguidores a los tres rivales, el partido del nuevo adalid quedara desmembrado por las luchas internas. De esta forma, el Rey había desactivado la amenaza, desorientado y desesperanzado aún más a la población y convencido de que, puestos a tener tiranos, más vale uno conocido.

¡No se hable más!, dijeron. Hay que crear a la criatura y alimentarla con nuestros poderosos medios de comunicación.

Y así hicieron. Y dedicaron todo su esfuerzo a desprestigiar aún más a sus antiguos servidores: Aparecían noticias continuamente sobre corrupción de unos y otros, se extendía la incompetencia del partido gobernante (o quizá se dieron órdenes, porque tan incompetente no se puede ser sin querer) y se creó un caldo de cultivo que fomentó al Nuevo Adalid, que para más cachondeo se lo creía y todo.

Pero estos señores no sabían, o no recordaban, que la historia del tirano oriental podía variar. Por ejemplo, los capitalistas alemanes fomentaron el ascenso del partido nazi para que frenara a los comunistas. Claro, el partido nazi llevó a Alemania y a medio mundo a la ruina, pero no necesariamente a sus promotores. A lo mejor aumentaron su negocio y todo.

Es que esto de comerse el coco…

sábado, 11 de octubre de 2014

Nuestros hospitales

Un hospital es un organismo complejo, con una vida interior específica. Un hospital es un mundo que te atrapa. Y quizás, una de las organizaciones humanas con más sentido: Mejorar y cuidar la calidad de vida de los demás. 

Siempre me ha interesado la sanidad. Ya mis compañeros de karate eran en su mayoría médicos o aspirantes a ello. El director del Tatami Universitario, el Maestro Armando Barra, desparramaba su personalidad tanto en las artes marciales como en su función como médico deportivo. La jerga, la visión de las personas que aporta la medicina, y tantas otras cosas, ya fueron formando parte de mi cotidianeidad.

Conseguí hacer la mili como ambulanciero (ya os contaré cosas de aquella época), y eso me acercó más a la sanidad. Al final, acabé siendo informático, primero del Insalud, después de la naciente Consellería de Sanidad. He tenido ocasión de ver y vivir la historia de la misma, y sigo “enganchado”, pensando en todo lo que se puede mejorar y en que es muy diferente gestionar aplicaciones y sistemas informáticos cuando su destino final es cuidar a las personas y salvar vidas. Nunca me he planteado cambiar a otra Conselleria en pos de una mejora. He encontrado enormes profesionales, grandes personas y extraordinarios amigos, en todos los niveles de la misma. Y he ratificado que la calidad humana no va asociada a un título o un cargo, y ni mucho menos a unas siglas políticas: son las personas las que crean las organizaciones, y las etiquetas las que las dividen.

Aprovechando esto, quiero mencionar algo que es admirable y que la Generalitat Valenciana debía considerar de interés público: La capacidad de unos profesionales como los informáticos de sanidad que han sabido organizarse desde dentro creando AVISA, la Asociación Valenciana de Informáticos de Sanidad, desde donde no solamente defienden sus intereses profesionales, como es justo y necesario, sino que se preocupan por mejorar su formación, información y colaboración entre los distintos centros. Hay directivos de la Consellería que se han dado cuenta del valor de esto, haylos. Esperemos que prospere la Asociación y su ejemplo. Un abrazo para todos los colegas y para aquellos que hasta el presente han sabido (y logrado) dirigirla y promoverla.

Como os decía, un hospital es un organismo especial. Pero ahora quiero hablar de ellos no ya como profesional de ese mundo, aunque en un puesto más burocrático, sino como paciente:

Me admira el comportamiento de los visitantes, acompañantes y en algunos casos de los pacientes. Me explico:

Cuando se construyó La Fe (La antigua) recuerdo que para visitar a un familiar que tenías encamado se disponía de dos pases, y de un horario restringido. Había un “comercio negro” de pases, claro, como para todo en este país. Pero había una consciencia de que visitar a un enfermo era algo serio, y acompañar al mismo exigía un determinado comportamiento.

Luego aquello se suspendió. Me dijeron que si por cuestiones electorales, que si por mejorar el ambiente, o yo que sé cuántos “quesis”. El caso es que lo que ahora hay, en general, es un auténtico cachondeo, donde impera y se visualiza la falta de delicadeza de nuestra sociedad telecinquera y la falta de comportamiento cívico, esa asignatura que los obispos no quieren que nos enseñen, no vaya a ser que seamos conscientes de nuestros derechos.

Porque te toca una habitación, con otro u otros acompañantes. Si tienes suerte, como ha sido mi caso reciente, personas estupendas, racionales y educadas. Pero en otros casos y en otras habitaciones, ¿Qué ves? Pues visitas colectivas, televisiones a toda voz, comportamientos totalmente diferentes a lo que debe asociarse al descanso de los enfermos y al respeto al resto de las personas.

Porque tú estás enfermo, en una habitación con dos camas más, por ejemplo, como me pasó en otra operación. A la derecha tienes un anciano que está muy mal, y que se pasa la noche gritando, llamando a su familia. Pero su familia no aparece más que en tropel, entre ocho y nueve personas. Se sientan todas alrededor de y en la cama del abuelo, y se ponen a hablar a gritos y a comer pipas. Están un rato y se van, pasan del abuelo y de todos nosotros. Mientras, la televisión está a toda voz porque a la acompañante del enfermo de mi izquierda – yo estaba en el centro, evidente, justo delante de una televisión que no me apetecía ver – le gustan todos los programas de Antena 3, mire usted. Y no los culturales, precisamente. Y te tienes que tragar los gritos de unos y la televisión de otros, aunque tú estés bien jorobado y deseando poder descansar.

Luego está la intimidad: La marabunta no se corta aunque el enfermo de al lado se esté muriendo, aunque lo estén limpiando. El personal, en general, carece de delicadeza, que es un paso más allá de la mera educación. He visto habitaciones de recién paridas a las que acuden en visita familias enteras, y no veas la que montan. Pasillos por los que corretean papis y niños jugando a gritos y muchos otros desmanes que cualquiera que haya estado en las mismas circunstancias puede testimoniar.

Es tremendo el caso de la televisión. Es cierto que distrae, y a lo mejor los hospitales sacan dinero con lo que hacen pagar por poder verla, y que le hace al enfermo las horas más cortas. Pero según su estado y si ve lo que quiere. En una habitación con varios enfermos, solamente uno ve lo que le interesa, otro tiene que ver lo que no quiere y otro está intentando descansar sin que le dejen. Valdría para el caso de habitaciones individuales, pero en las plurales me parece una atrocidad. También he visto salas de espera con la televisión a toda castaña y los pacientes – normalmente doloridos y/o asustados – teniendo que tragarse los seriales de T5. Y no porque les gustaran a ellos, sino porque a alguien de la plantilla le gustaba pasar y verlo desde lejos.

O esa familia – lo tengo reciente – de clase evidentemente “bien”, y por tanto se supone que informada y formada – que lleva a uno de sus hijos a urgencias pero pasan a los boxes ¡con los cuatro niños y los dos padres! Saltándose ampliamente el cartel de “un solo acompañante por persona”, exponiendo a los niños a todo tipo de gérmenes de esas instalaciones y al resto de usuarios a los gritos, lloros y carreras de los pequeños entre las cortinas de los boxes. Hay veces que los ciudadanos estamos a la altura de nuestros ministros, lamentablemente.

Pues eso quería decir: Que hay que poner orden en todo eso: Que un hospital debe ser un centro de respeto y recuperación, no una feria. Y puesto que a la gente en general no le sale, deberían tomar medidas los responsables de los mismos. Vale que no es popular, vale que quita votos. Pero alguien tiene que empezar a defender el sentido común, y es más obligación de quien más poder tiene para hacerlo.

Y si estáis de acuerdo, lo compartís, oigan. Porque sanidad no es sólo lo sale en la tele, es lo que le pasa todos los días a muchos millones de ciudadanos.

Salud, y buen gobierno.

martes, 7 de octubre de 2014

Desconexión temporal por reparaciones

Queridos todos:

He recibido tantas muestras de apoyo que considero procedente una explicación general, a la que remitir a todos aquellos que os interesáis por mi estado, que afortunadamente es estupendo, excepto algunas reparaciones pendientes que os voy a detallar:

Allá por 1992, en pleno proceso de oposiciones para poder consolidar mi plaza en la Generalitat Valenciana (yo venía del Insalud, interino perenne hasta esa convocatoria), me rompí el pie derecho cruzando la vía del “trenet” (entonces no había tranvías, jóvenes míos). Tras muchos años de Artes Marciales, consideré aquello una tontería hasta que, cuando tenía el pie hinchado, me acerqué a urgencias, donde me hicieron una escayola “de becario”, como diría después algún facultativo experto.
Pasado el tiempo y abierta la escayola, bien por la tardanza o por la misma, el pie recuperado no era tal, sino un amasijo de huesos necrosados y deformidades, que entre otras cosas condicionó mi calzado y mi caminar en el futuro.

Eso no impidió los Caminos de Santiago, las marchas montañeras y muchas sesiones de Aikido y Kung-fu. Pero está claro que el cuerpo tiende a corregir deformaciones, y el andar mal hizo que mis rodillas y mis caderas fueran degenerando, como bien mi predijeron mis compañeros de la Consellería expertos en el tema. Pero… ¿qué iba a hacer? ¿Pararme? ¿Dejar de caminar a Santiago?... No estaba en el programa.

Vivir, ser libre, andar, cuesta. Tiene sus hipotecas. Pues vale. Es evidente que cada uno gasta más aquello que más le gusta usar (atengámonos al tema y no entremos en disquisiciones que no proceden aquí). Así es que como karateka, aikidoka, kungfuteka, caminante  y montañero uno ha ido utilizando su aparato locomotor hasta que se ha gastado, mire usted, pura resistencia de materiales.

Total, que primero fue el menisco (2001), luego la prótesis de cadera  izquierda (2006) (Sobre ella podéis ver esta entrada del blog), y ahora me toca completar todo el tren de aterrizaje, porque el estado de mis articulaciones es tal que ya cualquier paso es doloroso, y un paseo es imposible.

Así que ahora viene la prótesis de la rodilla izquierda. Así completo un lado totalmente protésico, y 
se puede abordar posteriormente la cadera derecha y la rodilla derecha. Ello no solucionará el problema principal: El pie derecho hecho polvo, origen de todos mis males. Pero facilitará mi locomoción para una calidad de vida normal, Es una inversión de la Seguridad social para no incurrir en mayores costes de mantenimiento por inutilidad (Hablamos de la locomoción, entiéndase).

Afortunadamente, aún disponemos de una sanidad pública extraordinaria, que a poco inteligentes que fuéramos deberíamos esforzarnos en defender y conservar a toda costa. También afortunadamente las técnicas quirúrgicas han evolucionado maravillosamente y cómo podéis ver en los vídeos que os enlazo no es más que una delicada operación de carpintería.

Por mi parte, confío totalmente en los profesionales encargados de estas cosas, y me felicito por estar en una sociedad en la que estas dolencias tienen reparación. Tenemos que apoyar que el alcance de estas coberturas se extienda, y no se reduzca. Cuando las ideologías están tan discutidas, el derecho a la salud, a la educación y a una vida digna no tienen que ser patrimonio de unas siglas, y menos negocio para otras.

Pues eso, mañana 7 a partir de las 7 mi rodilla será una de esas que abren en el vídeo. Ya os contaré la operación desde dentro.

Gracias a todos por vuestro interés y apoyo. Otro día cualquiera de vosotros o de vuestros familiares puede precisar ser paciente de nuestro sistema de salud. Defendedlo desde ya. Tenemos profesionales excelentes, equipos excelentes y conocimientos excelentes. Como dice el Cantar del Mio Cid: “¡Qué buen vasallo si tuviera buen señor!”

Busquemos que el señor sea el pueblo, pero un pueblo bien dirigido.