Buenas tardes.
Hace catorce años se casó mi hija, precioso momento, extraordinario resultado. Entonces publiqué el discurso que hice para aquella boda y que os pongo en este enlace: DISCURSO DE UN PADRINO DE BODA (CARTA A UNA GENERACIÓN). Este discurso tuvo mucho éxito, e incluso algún concejal y algún alcalde me confesaron después que les había servido de inspiración para bodas posteriores. Me alegro, porque las verdades y los sentimientos no son propiedad privada, y todo aquello bueno que podamos ir esparciendo nos mejorará a nosotros y a nuestro mundo.
El sábado 20/07/2024 se casó mi hijo, y de nuevo tuve el honor de hacer un discurso. Al fotógrafo le ha gustado y lo ha publicado en Youtube, honor que me hace, estamos en tiempos de mayor desarrollo y extensión de las redes, y si lo que se publica es con buena intención bien recibido sea. Después os añado el texto.
"Querida familia, queridos amigos, muchas gracias por acompañarnos en este día tan feliz para nuestros hijos, esperamos que sea muy agradable también para vosotros.
Cuando una persona encuentra a esa otra que ha de ser su compañera de viaje ha de saber identificarla, cual si fuera una preciada perla. Porque la vida es un viaje, y de la compañía que escogemos depende que ese viaje sea feliz y fructífero. Tenéis la libertad de poder conocer bien a la persona con quien decidís uniros, sin prisas, sin condicionantes, en todas las situaciones. Y la posibilidad de seguir juntos porque queréis, sin obligaciones. Uno se casa con todos los momentos de la otra persona, con su entorno, con su historia y con su subconsciente. Y hay que conocerla al máximo para aceptarla al máximo. Mi padre decía que sabes cuánto quieres a una persona cuando te despiertas con ella, no cuando te acuestas con ella. Nada hay más hermoso que despertar junto a la persona a la que se ama y que sabes que te ama. Se ama la bondad, la confianza total, la entrega sin doblez ni engaño que merece la mejor de las respuestas.
No hay recetas para la felicidad, ni para conservar la pareja, ni para educar a los hijos, hay actitudes. La felicidad no es un objetivo lejano, es una forma de viajar. Y no se puede triunfar en la familia ni en el trabajo si uno no se conoce a sí mismo, si no puede estar consigo a solas. Para ser amado hay que amar, y amar es repartir felicidad, intentar hacer la vida más fácil a los que nos rodean, y esto sale desde la serenidad interior y se amplifica desde la serenidad de la pareja.
No sirve, aquí tampoco, la política de los grandes eventos ni de los grandes romanticismos si no hay capacidad para compartir el silencio, para transmitirlo todo con una mirada o con un apretón de manos y para acompañar en los malos momentos, para estar sin imponer, para dar sin exigir. Una sociedad es libre y es feliz si lo son las personas, y una pareja es feliz si cada uno se siente libre y es feliz por su parte. Como muy bien escribió Mario Benedetti, hay que poder decir:
Que disfrutéis de cada paso, de cada momento y de cada situación. Y que podáis estar tan orgullosos de vuestros hijos como nosotros lo estamos de vosotros.
Adelante y ¡Buen Camino!"
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