Todo negociador sabe que debe llevar en su arsenal un EPC (Elemento porculizador), que es aquel que usará cuando su oponente lleve las de ganar. Este elemento es aquello sobre lo que el oponente no puede o no está en condiciones de negociar, lo que reventará su posición y le hará levantarse de la mesa.
Si nos fijamos, en todas las negociaciones llega un momento en que alguien tiene o usa un recurso de este tipo. Tenemos un ejemplo calentito que es el del aspirante a faraón Pablo Iglesias con el tema del referéndum en Cataluña. Aparentemente, ofrece acuerdos con Pedro Sánchez, pero guarda la piedra por si esos acuerdos están próximos para reventar la partida. En caso de que se llegara a superar ese escollo, se buscará otro para conseguir que sea el oponente el que se levante de la mesa. Como en el ajedrez, el que primero se pone nervioso o se desconcierta, pierde. Y el EPC está pensado para que el destinatario se descoloque.
A niveles más cotidianos, lo podéis comprobar en cualquier situación: Vas a la consulta del médico y empiezas a contarle tus penas, pero él/ella lleva toda la mañana oyendo milongas similares, así que cuando quiere que te vayas saca aquello de: "Tienes que ponerte a régimen/ dejar el alcohol/ apuntarte a aquagym..." (O crueldades similares, propias de gente tan instruida). Entonces, ¿qué es lo que haces? Pues largarte rápidamente antes de que el tema llegue a mayores.
Otra situación similar es cuando te encuentras un amigo/a plasta. Todos tenemos al menos uno, debe ser para purgar nuestros pecados. Como no sabes cómo deshacerte de él, pero sabes que tiene un hijo bandarra que no pega golpe, pues acabas con aquello de... "...y cómo va tu hijo con los estudios"? Con lo cual el plasta recuerda que tiene prisa y nos deja en paz.
Ya en casa, y que se me perdone el sesgo interesado y parcial, los sufridos miembros del Sindicato de Maridos (y similares) Oprimidos sabemos perfectamente que en el caso de que algún inexperto iluso caiga en la peligrosa tentación de presentar batalla dialéctica a su amadísima fémina, acabará, en el caso de que en algún momento parezca que va a llevar razón, siendo atacado por el flanco con un tema en muchos casos recurrente, que no viene al caso pero en el que va a salir machacado con toda seguridad. La natural inteligencía femenina, muy superior en velocidad de proceso y en capacidad de manejo de palabras a la nuestra, acumula estos recursos tras miles de generaciones.
Compartidas estas reflexiones, sin acritud y con al máximo respeto a todo el mundo, espero que disfrutéis tanto como yo analizando estas tácticas e identificando los EPC en la vida diaria.
Otro día más. Buenos días a todos.
Los derechos fundamentales de todo ser humano (La sanidad, la educación, la justicia, el derecho a una vivienda digna, a sacar adelante a una familia, a aspirar a una justicia real, accesible y gratuita...), nunca deberían ser objeto de negocio, especulación o privatización. Si un gobierno gestiona mal, cámbiese el gobierno. Pero que no se utilice la rentabilidad como argumento para el saqueo de los bienes públicos. Los derechos no tienen precio, ni son negociables.