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jueves, 25 de marzo de 2021

Sanidad: Anular no es aplazar

 A quien corresponda en Sanidad.

Cualquier ciudadano sabe la diferencia entre anular una cita o aplazarla, y un trabajador de Sanidad debe, sin duda, conocerla. Por lo tanto, la asignación de este atributo a una de ellas debe ser cuidadosa, y me explico con un ejemplo:

(Esta imagen es un ejemplo, no implica que la aplicación utilizada esté igual)

Hace casi un año tenía programada una cita con el servicio de Traumatología del Hospital Clínico, en Valencia. Recibí días antes una llamada diciéndome que por la pandemia tal cita era aplazada, que me llamarían, que ni me acercara al hospital tal y cómo estaban las cosas.

Lo vi totalmente razonable, y durante este año he estado esperando tal llamada, tal carta. (Ni me llama, ni me escribe, como el chiste del gorila). Cuando ya mi movilidad está más que comprometida a pesar de medicinas y bastones, decidí empezar a llamar al servicio de atención al paciente. (SAIP) del mismo hospital. Nada, comunicando todo el rato.

Solución poco recomendada: ir al hospital, ahora que ya han abierto la posibilidad de visitas presenciales. Atención muy amable por parte de la enfermera de la puerta y respuesta: "El servicio de Atención al Paciente funciona de 9 a 11, y no llames porque no lo cogen.". Curioso servicio de atención al paciente que funciona en tan corta ventana de tiempo, y mucho más curioso que no puedas acceder por teléfono, debe ser cosa de Sanidad últimamente.

Voy en hora, cola en la puerta. Al final lo consigo y la persona que me atiende, muy amable, alucina. "¿Casi un año y no te han llamado?¡Pobre, cómo estás!". Mira el ordenador y alucina aún más "¡Pero cómo te van a llamar, si tu cita está anulada!¡Ves a cita previa y que te den cita!"

Pasillo adelante del Clínico llego a cita previa, más cola, pero también me puedo sentar. Otra persona detrás de la ventanilla me dice cosas que no puedo oír, porque alrededor hay un gallinero de gente chillando. No entiendo por qué la gente tiene que hablar a gritos, personal incluido, y menos dentro de un hospital. Total, que de mala gana me extiende un papel: Ya tengo cita, justo al año.

Mi caso está resuelto (espero), pero como trabajador de sanidad jubilado me preocupa mucho el tema. ¿Cuántas citas se habrán anulado en lugar de aplazado? ¿Cuántos pacientes estarán esperando que les llamen cuando su cita, al haber sido anulada, ya no aparece en los ficheros? Para la contabilidad formal del departamento de salud (no creo que sea intencional), estupendo, hay muchas menos citas pendientes. Pero para la persona que está esperando, un martirio, pues puede haber casos mucho más graves que el mío en los que la demora sea vital, oncología por ejemplo.  

No creo que yo haya sido un caso especial, sino que se debe a una operatoria errónea. Se han anulado las citas en lugar de aplazarlas, lo cual quiere decir que esas citas no figuran como pendientes, sino que ya no figuran, y esto es grave. No conozco la aplicación concreta, pero está claro que en Atención al Paciente saben cuando una cita está anulada.

Cualquier paciente que llega a una cita en consultas externas es, normalmente, porque su especialista del centro correspondiente le ha remitido para ya recibir tratamiento hospitalario. Esto es fruto de un proceso de sucesivas visitas, pruebas, etc. El especialista del centro cree que el paciente está en manos del hospital, el paciente también, pero su registro de cita ya no existe, mire usted, su cita ha sido anulada. El paciente está en un limbo en el que no consta para nadie que está esperando.

Cualquier informático de Sanidad ha visto situaciones como estas, y peores. Veces en las que la persona que opera la aplicación informática toma decisiones erróneas bien por prisa, pereza, desidia, desconocimiento o cualquier otra posible causa de error cuando se está frente a una pantalla. Os he puesto en la imagen un ejemplo genérico de un menú de este tipo, en el que lo más fácil y rápido es escoger la opción "Anular", con lo cual se ha sentenciado ya la cita. Esto, claro, puede pasar en cualquier departamento de salud.

Hay que decir que no es extraño esto, porque una cosa es la informática de trincheras, en las que con orgullo he militado durante muchos años, que se hace y se vive junto al trabajador en primera línea, y otra cosa es la informática de despacho en la que se encarga a una empresa externa una aplicación que al final está hecha por chavales bienintencionados que trabajan mucho, cobran poco y saben muy poco del entorno al que va dirigida la aplicación. Resulta así una herramienta susceptible de fallos de este tipo, pues aunque parezca mentira la posición en la que pones las opciones es muy importante a la hora del trabajo a destajo frente al público. Explicar estas evidencias nos ha costado mucho a la vieja guardia informática de Sanidad.

Como podéis ver hay muchas causas para el posible fallo, pero el fallo existe, y es preocupante, porque puede alcanzar, como ya he dicho, a personas cuya salud, calidad e incluso continuidad de vida depende de tales citas, y no sepan que tienen que ir a reclamarlas, o no puedan. ¿Cuántas citas se han anulado con la pandemia?¿Cuantas se han quedado como pendientes? ¿Cómo funciona la aplicación? ¿Se ha instruido convenientemente a las personas que la manejan? Me temo que la instrucción fuera "Hay que anular todas las citas, ya les llamaremos" y quien tuvo que hacerlo ante pantalla escogió tal opción, cuando lo que procedía era aplazarlas. El lenguaje puede matar.

Lo cual explico y cuento a quien corresponda, para que se ponga en valor la precisión y corrección de estos procesos, y se solucione la parte posible. Y a todos vosotros, pacientes reales o potenciales, para que cuando veáis que alguien se queja "No me llaman desde Sanidad" puede ser porque en vez de haberles aplazado la cita simplemente se la han anulado. Hay diferencia.

Ángel Ocón Giménez, informático de Sanidad desde 1984 a 2016.

sábado, 25 de enero de 2020

La informática que conocí: Aquellos Simos de los 80

Buenas noches a todos.

Hoy voy a compartir con nosotros la memoria de aquellos S:I.M.O (Salón de la Informática y Material de Oficina) de los años 80, cuando la informática bullía de marcas y de ilusiones y era peregrinación casi obligada de todos cuantos nos queríamos abrir camino en este mundillo.

El simo en wikipedia: SIMO TCI


Fijaros en este NODO, el más próximo a los 80 que he encontrado: SIMO 75 en el NO-DO (De wikipedia). No os perdáis lo de las mecanógrafas, totalmente "feminista".

Admirablemente no he encontrado NADA sobre los simos de los 80, así que si tenéis información, folletos, fotos, etc, os agradecería que los subierais al grupo de FB "Paleoinformática",

Os cuento pues:

El SIMO se celebraba en Noviembre, solíamos coincidir muy a nuestro pesar con las manifestaciones de extrema derecha que se hacían en Madrid con motivo del 20-N, ya que íbamos en fin de semana, normalmente. Y pasábamos un frío de categoría.

Salíamos en coche, normalmente llenábamos mi maravilloso R-6, pasábamos el día allí y volvíamos por la noche. No había AVES, ni A3, ni nada, oigan. Era toda una expedición, y un palo.

Lo primero que hacíamos era visitar los stands de los amigos:

Microelectrónica y control, que eran los importadores de Commodore hasta que la misma Commodore se hizo con la empresa. Allí teníamos buenos amigos, excelentes técnicos, como era el genial Josep Tintó, que más tarde crearía "Casa de Software". Perdimos el contacto.


Gispert-Philips, mi primera empresa como informático de plantilla. Tenía buenos amigos del periodo que tuve de aprendizaje en Barcelona, San Joan Despi. Es muy bonito mantener la amistad cuando cambias de empresa, y el stand de Philips era espectacular.


Secoinsa, dónde empecé a meterme en esto de la Informática: Conociendo Secoinsa. También, buenos amigos, muchos de los cuales permanecieron en Fujitsu, otros se fueron a Mc Donell Douglas (En otra entrada hablaré de eso), etc. Más tarde, claro, el stand pasó a representar a la misma Fujitsu.



Terminado este periplo comíamos cualquier bocata en los chiringuitos de la feria, y ya nos dedicábamos a ver cómo estaba el mercado de los microordenadores y miniordenadores, que era muy distraído por la cantidad de marcas que aparecían y eran representadas en España por las empresas más dispares.

Sirius


Tandem

NCR


Luego estaban los de  Apple, los malvados que no eran microsoferos.


Estaban desde luego los de IBM, claro. Pero ellos se dedicaban a sus ordenadores grandes, y dejaban el PC para los distribuidores.


Creo importante contaros como funcionaba el mercado entonces. En España había asentadas pocas marcas importantes, muy pocas. Así que los fabricantes buscaban empresas que actuaran de importadores, como por ejemplo el caso de la citada Microelectrónica y Control, que importaba Commodore , y otros muchos para otras muchas marcas.


Luego esos importadores se buscaban distribuidores por los diferentes territorios. Aquí en Valencia, por ejemplo, los de Eikon ordenadores empezaron con el Commodore 4032 a hacer aplicaciones de gestión. Luego Microelectrónica creó su propia red de distribuidores, Micromática, que tenía delegaciones en Valencia, Madrid y Alicante, etc.

Fueron unos años, hasta la consolidación del PC de IBM que prácticamente barrió el mercado, en el que el tema bullía, y a mi me daba una cierta pena ya ver cómo muchos padres, convencidos de que su hijo era un gran informático porque "escribía muy rápido en el ordenador" (talmente, lo he oído así muchas veces) veían una salida para el niño montarle una delegación, y negociaban con los importadores, todos presentes en el SIMO, condiciones. Como ejemplo de éxito conocimos a un padre y a un hijo, que sobre un Sharp MZ 80B habían hecho una aplicación para dentistas, y les funcionaba el negocio. En ese chisme, sí, con cinta, oigan.



Otros muchos la palmaban rápidamente, porque los importadores imponían cuotas de mercado irreales. Hay que tener en cuanta que la cultura básica informática del pequeño empresario y autónomo entonces era prácticamente inexistente, y los pobres neoempresarios se embarcaban en un undo feroz que no era como se imaginaban.

También hay que tener en cuenta que IBM tenía copado el mercado ya con sus cacharros, mucho más caros que un PC, claro, pero rodeados de la aureola de la marca, que entonces era casi invencible. Tenían por ejemplo muchos procesadores de texto dedicados instalados en notarías y gestorías. Estuvimos a punto de sustituir muchos, porque los Commodore hacían la misma función a mucho menos precio. Pero el problema era la cantidad de información que ya tenían en los disquettes de 8 pulgadas en formato propietario, y obviamente IBM no estaba por la labor de pasar la información, si es que se podía.



Luego estaba la zona de minis. Aquí ya había auténticas perlas, a mi me encantaban los de
Hewlett-Packard. Siempre he dicho que si los IBM eran los Mercedes, los HP eran los Rolls (entonces). Han seguido demostrándome con el tiempo que han hecho excelentes equipos.

Estaba IBM, claro, con su Sistema 34, en el que se formaron muchos programadores entonces, con el RPG. IBM tenía la sabia política de formar programadores sobre sus equipos, entonces con sistema operativo propietario y casi también sus lenguajes. Y cuando colocaba el equipo colocaba a sus programadores, con lo que se garantizaba técnicos en las organizaciones que le eran fieles, y que como era lo que conocían se resistían al cambio. De hecho, cuando alguno se quedaba en paro IBM tenía una especie de bolsa de trabajo (los comerciales, vamos) y así solucionaban dos problemas: el del cliente que buscaba gente y el del informático. Listos sí que eran.


Luego IBM sacó el S36 y durante mucho tiempo, como tenían la gran cantidad de software desarrollado para el S34, vendieron un emulador, con lo cual la gente se gastó la pasta en el cambio de hard para rodar como en el antiguo.


Había otras muchas casas de miniordenadores, claro (Digital, MAI, Philips, Secoinsa, Wang...) pero rastrearé mi documentación para iros hablando de ellos más largamente.

Cuando ya estábamos realmente cansados nos quedaba el pabellón de las impresoras. Un peñazo nos parecía, así que le dábamos un vistazo y para casa, a donde llegábamos saturados de informática para seguir tocando tecla los siguientes días. Y que no faltara.

Y con esto acabo ya, creo que ya vale de esta historieta. Seguro que muchos de vosotros tenéis experiencias y anécdotas similares, así que idlas contando y nos enriquecemos todos. Espero que os haya parecido interesante y seguiremos con más de estas historias en próximas entradas. Que disfrutéis y no olvidéis mirar estos mapas por si hay algo que os interesa:

Submapa de Informática

Mapa del blog


sábado, 10 de agosto de 2019

La Informática que conocí - 1988 - Pcs en vez de máquinas de escribir.

En 1988 estaba como contratado laboral temporal en el Insalud. Muy a gusto, pero plaza en precario. Entonces se estaba gestando la asunción de transferencias por parte de la Consellería de Sanidad y Consumo (así se llamaba) que dirigía D. Joaquín Colomer, de quien todos los que tuvimos la suerte de trabajar con él guardamos un excelente recuerdo.


En aquella Consellería que nacía con ilusión tenía un papel destacado la Dirección General de Salud, que llevaba Emilia Noguera. Extraordinariamente inteligente y muy bien informada, Emilia tenía muy claro que desde el primer momento la Informática debía jugar un papel fundamental en su Dirección General y en la Conselleria.

Pero entonces no existía la Informática en la conselleria (El Centro Regional de Informática y las Direcciones Territoriales seguían dependiendo del Insalud), puesto que aún no se había creado el Servicio Valenciano de Salud (Que luego harían Agencia Valenciana de Salud), así que la Dirección General tenía que buscarse la vida, tanto en equipos como en técnicos. Se pusieron en contacto conmigo y rápidamente me contagié de su ilusión y del proyecto, realmente progresista en aquella planificación.

Cuando me llevaron a ver lo que iban a ser los locales de la Consellería, en el edificio de La Cigüeña, en La Alameda de Valencia (Sí, el del fantasma, ya os contaré) me encontré allí un miniordenador cuya marca no recuerdo pero sí que trabajaba en Oasis, según me contó el que al parecer había sido el técnico que lo llevaba y que estaba marchándose. No volví a ver más a aquella persona ni aquel equipo.


También me enteré de que IBM estaba presionando a la Secretaría General para introducir sus equipos y sus técnicos. IBM entonces no vendía, imponía en base a sus relaciones políticas y al peso de su factoría en Valencia. Y querían poner (y pusieron más adelante) un IBM sistema 36.


Me aseguraron que aquello no interfería con los proyectos de la Dirección General, pues no es que existieran relaciones entre la Secretaría General y tal Dirección General. Total, que me hicieron una plaza de Físico, oigan. "Técnico Superior de Información Sanitaria". Interino, claro. Aquello estaba empezando y no había organigrama ni nada, lo estábamos inventando todo y ya vendrían las oposiciones y todo eso, mientras tanto había que poner en marcha la cosa. De tal forma que no teníamos presupuesto para informática, no había presupuesto ni para ordenadores ni para informáticos, de ahí que mi plaza apareciera con ese título. Y es que además chocábamos con la Intervención, que permitía pocas variaciones de las inercias burocráticas.


¿Qué hacer? Pues había una jugosa partida para comprar máquinas de escribir eléctricas, que eran carísimas, estaban entonces por unas 300.000 pesetas cada una. Vimos el hueco, y se convocó un concurso cuyas especificaciones, para empezar, decían "Máquinas de procesamiento de texto". Obviamente, en ninguna parte ponía nada de ordenadores y nos costó lo suyo que en Intervención ampliaran el espectro y aceptaran pulpo. Pero pasó, y se hizo un concurso con todas las de la ley al que acudieron varias empresas con sus compatibles PC, pues todas querían entrar en el mercado. Obviamente, IBM no, por supuesto. Ellos trabajaban muy por arriba y además se mosquearon mucho porque no les comprábamos sus máquinas de escribir.

Total, que por mucho menor precio unitario, con lo cual conseguimos más unidades, nos hicimos con flamantes PCs de Philips con impresora matricial de 80 columnas y monitor en naranja. Llevaban un disco de 10Mb y una disquetera de 5,25 (No recuerdo si ya aceptaba HD, creo que aún no).


Como mejora de oferta Philips nos incluyó el Open Access, que era un invento genial con base de datos relacional, procesador de textos, gráficos, etc. (predecesor claro del Office) al cual en la Dirección General acabamos sacando una extraordinaria rentabilidad. Ya os contaré esto.

Y así os he contado como la Consellería de Sanidad se hizo con sus primeros PCs, comprados como máquinas de escribir. Luego ya la Secretaría General incorporó tres informáticos con el IBM, que con el tiempo y a pesar de las discusiones de los jefes se convirtieron en entrañables compañeros, se creó el Servicio Valenciano de Salud y se asumió el Centro Regional de Informática. Pero todo eso es una historia mucho más larga que sin duda os contarán mejor quienes lo vivieron más de cerca.

Espero que os haya gustado y hasta la próxima.

domingo, 24 de marzo de 2019

La informática que conocí - 1979 - Conociendo Secoinsa


Buenas noches.

Continuamos la historia que empecé en La informática que conocí: Empezando por los relés y allí os contaba que me enrollaron para aconsejar a la dirección de la empresa a la que estaba asistiendo ya que iban a ver la demostración de un ordenador Secoinsa. Mejor dicho, me enrolló el ingeniero jefe para que hiciera de apoyo modernizador ante el propietario, que de modernizador tenía poco, y el jefe de contabilidad, que le interesaba todo menos que sus chanchullos quedaran de manifiesto. La vieja historia.


Tal demostración era en los locales de Secoinsa, que estaban en la calle Álvaro de Bazán, donde hoy hay un supermercado. Por allí se entraba a la parte comercial y a la de sistemas, mientras que la de reparaciones y componentes tenía su salida a la C/  Bachiller, justo donde ahora sale ese mismo supermercado, claro. Antes había estado allí Telesincro.

(Las imágenes que siguen están obtenidas del Manual de Introducción a la Informática de Secoinsa, 1980 y corresponden a la Serie 30)
Antes que nada, espero que puedan leer esto algunos de quienes trabajaron en Secoinsa y tuve el privilegio de su amistad: Agustín, Juan, Rafa, Willy, Vicente... Si estáis leyendo esto y queréis corregir o ampliar alguna cosa, por favor, participad.

Placa de circuitos LSI
He buscado en Internet información sobre Secoinsa y no parece que haya mucha, y la que hay se subsume en Fujitsu. Pero como quiero tratar de Fujitsu en otra ocasión voy a acotarme a aquella Secoinsa que conocí en 1979.

Lector de tarjetas perforadas.
En este enlace he encontrado bastante información. Fijaos quien era el presidente;
Secoinsa invertirá 1.000 millones de pesetas en la factoría de Málaga

Lector-perforador de cinta de papel (No veáis qué medio más pringoso)

Aquí tenemos información sobre la empresa orígen: ca.wikipedia.org - Telesincro
Lector-grabador de cinta magnética

Este iba con casetes
Esta página está muy completa, e incluso veo en la foto del equipo de fútbol a más de un conocido. Telesincro y Secoinsa. - (David Porcel)

La unidad de discos.
La de disquettes.

Lectora de tarjetas con marcas ópticas


Pantalla
Consola teletipo

Consola de trabajo.

Impresora de caracteres - Hacía un ruido infernal.

Impresora de líneas. Esto ya era para grandes presupuestos.

¡Una unidad de pantalla como consola de trabajo! Esto ya era para nota.
Con esto de la consola de trabajo que, como muchas otras que luego vería, tenía un gran botón naranja para parar el sistema (Etiquetado claramente como STOP) me contaron distintas fuentes como cierta la siguiente historia:

En la instalación de un cliente se daban caídas del sistema aleatorias, sin explicación ninguna, con grave cabreo del mismo y muy mal rollo. La situación llegó a tal que tuvieron que prácticamente acampar técnicos de Secoinsa y de la empresa que había hecho la aplicación, a ver si se encontraba el motivo.

Y cual fue la sorpresa que se encontró, ya que utilizaban, mala costumbre generalizada, la consola de trabajo como puesto de entrada de datos (para ahorrar un puesto, claro) y en esta se sentaba una administrativa con una aparatosa delantera que se ponía los albaranes justo encima de la pantalla, de forma que al ir a cambiar de albarán, en determinadas posiciones, uno de sus pechos presionaba el botón y tiraba el sistema. Ella ni se enteraba.

Imaginad la situación y el despelote de los técnicos más que nada por cómo explicarle el tema a la empresa. No había fallo de hard ni de soft, era un fallo erótico.

Puestos ya en ambiente os contaré que con ocasión de la demostración encontré en Secoinsa un compañero de academia de la infancia (varios cursos por delante de mi), que entonces estaba al frente del software. Y para mi emoción me dijo que necesitaban colaboradores externos que hicieran software para los equipos que instalaban (Entonces había pocos softwareros). Así que me apuntó a los cursos que hacían. Esto implicó que yo tuviera que cambiar mi horario en la empresa en la que trabajaba y durante un año aproximadamente estuve aprendiendo en Secoinsa, bien con los cursos o bien haciendo prácticas con un equipo ya profesional en el que también había amigos míos. Como siempre, tener amigos resultó fundamental. (Yo no cobraba ni pagaba, iba y aspiraba conocimientos).

Empezamos a formarnos con el Serie 10, creo que el Sistema Operativo Pick y el Basic lo aprendí con este. En principio, con un display rojo de muy pocos caracteres. (Siempre era mejor que la impresora)
(Imagen de la página de David Porcel http://davidporcel.com/telesincro.html)
Cuando trajeron la pantalla ya fue la repera.

(Imagen de la página de David Porcel http://davidporcel.com/telesincro.html)
Y ya el colmo del deleite fue cuando llegó el Serie 20, aunque yo no tuve ocasión de tocarlo porque ya tenía trabajo en otro sitio. (Más información en los enlaces anteriores).

(Imagen de la página de David Porcel http://davidporcel.com/telesincro.html)
Aquí tenemos más información del modelo. Secoinsa Series 40/1 y 40/2

Y con esto creo que ya os he contado bastante sobre este tiempo que conocí de Secoinsa. Siempre estaré agradecido a aquella gente que me acogió como un compañero más y me enseñó mucho. Era una época romántica de la informática.

Espero que os haya gustado y seguiremos con otra marca que encontré en aquel camino por la informática de los 80.

sábado, 2 de febrero de 2019

La informática que conocí - 1976 - Empezando por los relés

Allá por 1978 yo acababa de volver de la mili, y todavía me quedaba para terminar la carrera de Físicas aprobar aquella famosa asignatura que era Estado Sólido, pero necesitaba trabajar. Así que retomé el trabajo que empecé antes de irme al servicio militar: Mantenimiento de automatismos en una empresa de inyección de plásticos.

Inyectora de plásticos

Aquellas máquinas funcionaban automáticamente con una lógica a base de relés, temporizadores, finales de carrera, etc. Una especie de Meccano eléctrico que permitía expandir la imaginación sin límites.


En Valencia había muchas pequeñas plantas con unas pocas máquinas de inyección, y algunas más grandes en los polígonos del contorno. El nicho de mercado era que todas estas, así como las máquinas de soplado (similares en este aspecto) estaban atendidas eléctricamente  en su mayoría por una serie de personajes sin formación ni método que habían aprendido empíricamente en las mismas plantas de producción. Estos, con una forma de actuar bastante peculiar (por no decir mafiosa), tenían como mercado cautivo a los dueños de estas plantas de inyección, ya que su asistencia era fundamental para mantener activas unas máquinas que habían de funcionar, para optimizar la producción, 24 horas los 7 días de la semana.

El dueño de la pequeña empresa donde empecé pretendía que yo fuera ocupando ese nicho, creando una célula (en principio monopersonal, luego ya se vería) con una mejor formación teórica y una metodología de trabajo más moderna, o al menos existente. Para ello me envió a unos cursos de formación que entonces hacía la Cámara de Comercio y que me sirvieron para ir complementando ese salto que había entonces entre la Universidad y esas pequeñas empresas que poblaban Valencia.

Creo que fui el primero de todo ese mundillo en leerse los manuales de las máquinas, ya que entre otras cosas estaban en inglés. Eso, y el hecho de que dibujara cuidadosamente los circuitos codificando los componentes y diseñara su lógica mediante tablas de verdad me generó una aureola de chalado entre todos aquellos trabajadores cuya formación venía de estar junto a la máquina desde los catorce años, lamentablemente. También me sirvió para hacer el proyecto con el que aprobé la asignatura de automatismos de 5º, que la verdad me quedó muy chulo. Y creo que era de los pocos que obedecían entonces a empresas reales.

Fui haciendo amistades y cogiendo buena prensa entre los responsables no solamente de las fábricas pequeñas, sino entre los ingenieros industriales que gestionaban algunas de las grandes. Transformar aquellos cuadros eléctricos que eran una maraña de cables desordenados en bonitos circuitos ordenados con colores, saber previamente, antes de montar un cuadro, los componentes necesarios (ya ves tú) y optimizarlos (eran caros, claro) te daba buena fama. El arma era el método, y la palabra clave ORGANIZACIÓN. Así que muchos de aquellos piratas que se decían electricistas empezaron a mirarme mal unos y otros con respeto, entre otras cosas porque yo no dudaba en llenarme de aceite metiéndome por debajo de las máquinas y en trabajar fiestas y noches si había que reparar alguna. Eso sí, con el máximo respeto a la corriente eléctrica que en muchos de aquellos trabajadores brillaba por su ausencia. Un experto en prevención laboral hubiera llorado desconsolado al ver como los operarios bloqueaban los mecanismos de seguridad que el propietario se esforzaba en activar, ya que las matrices cerraban con varias toneladas de fuerza y el accidente más probable era dejarse una mano o algunos dedos mezclados con el plástico fundido. La elevadísima temperatura alrededor de las máquinas no ayudaba precisamente a la concentración.

Como anécdota me encontré dentro de un transformador de 80.000 voltios, cuya puerta estaba más que rotulada con carteles de peligro y todo tipo de amenazas, un montón de bocadillos ¡envueltos en papel de aluminio! Y es que la gente los metía allí para que estuvieran calentitos. Cosas de estas, diariamente.

Pues en este entorno estaba yo, bastante inmerso en mis planos y circuitos, cuando un día el ingeniero y el propietario de una de las plantas para las que trabajaba me pidieron que les acompañara: "Nos van a presentar un ordenador. Tú que eres físico sabrás de eso, así que acompáñanos".

Y de esta forma tan simple me quité la bata un día, me limpié la grasa y me puse la chaqueta y la corbata para entrar en el mundo de la Informática. Nos iban a presentar un SECOINSA.

(Continuará)

sábado, 26 de enero de 2019

La pulsera de salud: Pulsana

Esto es un cuento de ficción, cualquier parecido con la realidad, presente o futura, es mera coincidencia. En ningún caso se promueve o ataca marca ninguna.

Capítulo 1 - Una pulsera mágica


Un principio sencillo


Se vendieron millones de pulseras, su precio las hizo accesibles a casi todo el mundo. En un principio sus funciones eran muy básicas: Te daban la hora (adiós, relojes), te decían cuantos pasos habías hecho, cuanta distancia habías andado, tu pulso. Y mediante la conexión con el teléfono móvil tenías un control completo de estos datos. Además, otras personas podían tener acceso a ellos (autorizándolas tú, claro) y así montabas redes que se incentivaban mutuamente. Todo un éxito.

Se consiguió que la gente llevara puesta la pulsera durante todo el día, para ver cómo dormías, cuales eran tus picos de actividad, etc. No se sabía que todos estos datos, a través del teléfono, eran almacenados en una gran base de datos que luego se iba a ofrecer a los seguros médicos, a los empleadores, etc, "convenientemente anonimizadas y solamente con fines de investigación", claro.

Aplicación reloj de pulsera inteligente para la salud — Archivo Imágenes Vectoriales


Completando funciones

El siguiente paso fue desarrollar un conjunto de funciones que calculaban tus índices de colesterol, triglicéridos, etc. No hizo falta cambiar la pulsera, el hardware que nos habían vendido era suficiente. Nadie se explicaba cómo conseguía este aparato acceder a esa información de nuestro cuerpo, pero se acogió muy favorablemente: Ahorraba millones de análisis, no era necesario pinchar a nadie, el programa, convenientemente actualizado a través del móvil también, se cuidaba mucho de darte las alertas adecuadas cuando tus índices sobrepasaban los límites adecuados. Todo un avance.

Nacen PULSANA y su PUC

En el mejor momento de éxito de la pulsera el fabricante decidió ponerle un nombre, ya que formaba parte de la vida de las personas como su mejor amiga. Se llamaría PULSANA, nombre muy acertado pues enlazaba con los que otras grandes multinacionales habían puesto para sus asistentes digitales. Así, "Pulsana acompaña tu vida y cuida de tu salud" era el mensaje por el cual los papás regalaban en cuanto podían una pulserita a sus hijos.

Se anunció que cada pulsera tenía un PUC (Pulsana unique code), de forma que mediante este se podía identificar al portador. Faltaba el milagro: Identificar unívocamente al portador con la pulsera, que nadie se la pudiera cambiar.

Apareció una nueva función mágica: Una vez puesta la pulsera, y con la aprobación expresa del usuario dada a través de la aplicación del móvil, la pulsera establecía un algoritmo con los parámetros que conseguía del organismo del portador que hacía que solamente pudiera funcionar en la muñeca de este, y en ninguna otra. De hecho, cuando la pulsera se quitaba de su "dueño" dejaba de funcionar. De esta forma, cada persona portadora podía ser identificada con ese PUC.

Esto revolucionó muchas cosas. Astutamente, el PUC tenía el mismo número de caracteres que la mayoría de carnets, y sus posibles combinaciones alfanuméricas daban para muchos usuarios. ¿A que llevó esto? A que gradualmente las bases de datos sanitarias, bancarias, etc, aceptaran el Pulsana Unique Code como identificador del usuario. Y no hacía falta autoridad aseguradora, porque ya la empresa había conseguido que las autoridades internacionales certificaran que la asociación PUC-persona portadora era única e inequívoca. Unívoca, para ser exactos.

"Pulsana te pide hora en el médico cuando lo necesitas" - La aplicación conectaba con tu sistema de salud (público o privado) y negociaba tu reconocimiento enviando previamente (tú habías autorizado al asociarte la pulsera) los parámetros de tus análisis, que ella había tomado. Incluso los informes de sueño.

Aparece MAMÁ

"Pulsana te paga los gastos" - No exactamente, claro. Mediante la pulsera se adaptaron los mecanismos de pago e incluso de obtención de efectivo. Era como si pagaras tú con tarjeta, solamente arrimando la muñeca, o incluso ni eso si estabas suficientemente cerca. La señal estaba encriptada con potentes algoritmos que garantizaba que solamente un tratamiento muy sofisticado de la misma pudiera piratearla. Y es que estaba encriptada con tu organismo. Para desencriptarla en el destino se había desarrollado un megagigaterasuperconputador que simulaba tu organismo y, actuando de intermediario, permitía el proceso en la base de datos destino.

A este megagigaterasuperconputador, cuya ubicación, composición y demás datos se guardaban en el máximo secreto, pero que interaccionaba con cualquier red a velocidad instantánea, se le pensó llamar DIOS, pero se temió que esto fuera mal acogido por los radicales. Se le pensó llamar entonces  PAPÁ, pero se temió que se acusara al nombre de patriarcalismo machista, así que se le llamó MAMÁ que era mejor acogido por los portadores y las portadoras. Además, se confirmó que aquellos mensajes que comienzan con la palabra "Mamá" bajan la guardia subconsciente del receptor y penetran mejor, influyendo de forma más potente en sus procesos mentales.

Mamá está preocupada

Pero esa simulación de tu organismo tenía otra utilidad, que era extrapolar y simular con tus datos las posibles evoluciones de tu vida, de forma que se supone que solamente a ti te podían enviar alertas de la forma "En tres meses generarás una diabetes" "Tu hígado se está recuperando", etc. En el caso en que persistiera la situación, los mensajes cambiaban a "Mamá está preocupada", "Mamá va a llamar al médico", etc.

También tú podías haber autorizado a tus próximos para que tuvieran acceso a esos datos, de forma que ellos también sabían cual podía, muy probablemente, ser tu evolución. En ese caso los mensajes se transformaban en "Mamá está preocupada por la tensión de X". Y tu familiar era así cordialmente invitado a corresponsabilizarse de tu salud. Lo que no se sabía es que mediante un módico precio, que variaba con la cantidad y calidad de los datos obtenidos, esta información se transmitía también a otras entidades. Por ejemplo, a tu empresa "Su empleado XX presenta altos índices de alcohol en sangre en horas de trabajo". Desde luego, las agencias de seguridad podían, en cualquier momento, saber tu situación de salud

El microchip

Se pensó en un principio que la incipiente posibilidad de insertarse microchips con un código identificador emitido mediante señales de radio iba a ser rival para la pulsera. Mentira: El microchip no tenía pantalla. La pulsera, además de decirte la hora, cada vez iba consiguiendo un interfaz más humano. Rápidamente los microchips dejaron de ser una opción interesante.

Una pulsera que no es pulsera

Existía la posibilidad de que la gente se quitara la pulsera. No era necesario, porque Pulsana ya aguantaba la inmersión hasta los -500 mts, donde era muy difícil que la mayoría de usuarios llegaran. Podías hacer cualquier actividad con ella. Pero aún así se desarrolló un tejido absolutamente compatible con la piel humana, capaz de crecer con la muñeca, libre de toda generación de alergias. Se podía elegir en cualquier color, aunque por defecto era transparente. Más adelante se consiguió, mediante la aplicación en el teléfono, que pudiera cambiar de color a elección. O incluso asociarla su escala cromática a alguno de los parámetros de forma que, por ejemplo, se fuera poniendo roja cuando te subía el pulso.

Una aplicación de esto fue la utilización del ciclo menstrual de las mujeres para generar avisos. Los días "rojos" y "verdes" de aquellas que, por convicciones religiosas, no usaban contraconceptivos estaban fiablemente controlados. También, claro, en los casos de embarazo la pulsera te avisaba discretamente.

PULSITA para los niños

Obviamente, interesaba poner PULSANA  a los bebés desde el momento de su nacimiento. A la posibilidad de que la pulserita fuera creciendo con él (al principio había que cambiarla en función del crecimiento, pero con el tiempo se consiguió que la "correa orgánica" le acompañara, sin quitársela, hasta la adultez) se le añadieron múltiples funciones ideales para los padres. Por ejemplo:

Tu hijo respira
Puesto que la obsesión de la mayoría de los padres de que su hijo podía dejar de respirar en cualquier momento, se podía sincronizar la pulsera con el pulso del niño. Así, esta generaba su pulsación en la muñeca del progenitor.

Tu hijo tiene fiebre
Ya no eran necesarios los termómetros. Un mensaje al padre: "El niño tiene 37,5ºC", acompañado de un mensaje de Mamá: "Mamá dice que le des Paracetamol jarabe 3ml una vez cada 8 horas. Mamá te avisa". Se acabaron las llamadas al pediatra, las noches en vela. Mamá te despertaba si hiciera falta.

¿Dónde está tu hijo?
Otra de las funciones muy atractivas para los padres era el control continuo de la ubicación del niño. Bien dentro de un plano de la habitación que PULSITA era capaz de hacer o en un mapa de cualquier zona podías delimitar límites, en función de la edad del niño, para que la pulsera te avisara si salía. Obviamente, te indicaba si estaba acostado, de pie, tumbado, andando. Al crecer podías saber si estaba realizando alguna otra actividad que acelerara su pulso, e incluso que incrementara sus hormonas. El control de la ingesta de cualquier bebida, droga, etc, era tan rápido como su disolución en sangre. Mamá te decía: "Tu hijo está bebiendo cerveza acompañado de otros tres PUCs correspondientes a dos varones y una hembra". Y es que en el próximo capítulo veremos:

Las funciónes sociales de PULSITA/PULSANA

lunes, 12 de marzo de 2018

Una frase cada día

Buenas noches a todos.

Los que me seguís en Facebook https://www.facebook.com/Angel.Ocon.Gimenez habréis visto que cada día empiezo mi "emisión" con una frase, que intento que sea más o menos ajustada al momento. Y le pongo una foto que considero adecuada (si en algún momento violo algún derecho sobre ellas se soluciona rápidamente, no es mi intención sino todo lo contrario).

En realidad Facebook me recuerda, y mucho, aquellos antiguos radio-aficionados que tenían un montaje impresionante en su casa y todas las noches necesitaban salir al aire para conectar con alguien, cuanto más lejos mejor. Tenía amigos que se comunicaban con su "peña" de todas las noches y tenían, vía audio, claro, su reunión virtual. Y orgasmizaban cuando conseguían conectar con alguien lejano y poder practicar idiomas, que eso antes estaba mucho más difícil.


¿Por qué hago esto? Pues porque es una costumbre arraigada desde hace muchos años. Empecé a interesarme por las frases cuando pertenecía a un grupo de parroquia de aquellos de "cristianos progres" de los 60, y me regalaron un librito con las frases de uno de aquellos obispos de la Teología de la Liberación. Aquel libro me gustó mucho, y empecé a coleccionar frases. Imaginaos todas las que he podido almacenar desde entonces. Todo libro que he leído, todo artículo, todo lo que ha caído en mis manos para leer, ha sido en ocasiones subrayado y almacenado para copiar esa frase que me ha gustado.


Mucho más tarde, cuando ya terminada la carrera empecé a trabajar para distintas multinacionales. me regalaban agendas de esas que tenían al principio de cada jornada una sesuda frase. Y pasaban a mi colección las que me gustaban. Pero me acostumbré a empezar el día con una frase, y con esa costumbre me quedé, reubicada a cuando enciendo el ordenador.


Después, ya como informático de la Consellería de Sanidad, y cuando empezábamos con "eso de las redes", mis compañeros y yo montamos una red que unía, a través de toda la Comunidad, los centros de la Inspección Médica Sanitaria. Todavía me siento orgulloso del montaje que hicimos, con aquellas herramientas tan precarias, de bases de datos que se consolidaban y depuraban todas las noches con millones de registros para que a la mañana siguiente el médico inspector pudiera tener el historial del paciente. Cosas que más tarde, cuando empezaron las medallas, los congresos y las contrataciones a empresas, costarían a los valencianos muchos millones de euros cuando se encargaba a la empresa privada hacer cosas que los propios funcionarios ya tenían hechas o podían haber hecho mucho mejor de haber tenido esos medios y/o el dinero que se les pagaba a tales empresas.


En aquella red, a la que calculamos un promedio de 680 usuarios a través de toda la Comunidad que dependían de su funcionamiento cada mañana, yo mantenía los servidores centrales, las bases de datos y viajaba - con algún compañero o solo - a las diferentes localidades con centros cuando hacía falta. Hicimos una página web cuando todavía no teníamos servidores web, en aquel lenguaje html primario, y conseguimos que todo el mundo viera, al arrancar, la misma página. Ahora parece una tontería, ¿verdad?


Los entonces jefes de la Inspección Sanitaria se dieron cuenta rápidamente de que aquello era un instrumento valiosísimo para hacer llegar normas e instrucciones de manera rápida e igualitaria, y aquella página de arranque se convirtió en un instrumento de gestión. Pero ya desde el primer momento hice valer el principio que ha guiado toda mi carrera de informático: "Tras de cada pantalla hay una persona", y lo primero que había que hacer era reconocer a aquel trabajador cuyas herramientas eran la pantalla y el teclado como una persona a la que el sistema de información había de tratar como tal. Y no se me ocurrió nada mejor como testimonio de ello que poner una frase cada día. De las mías, de las de mi colección.

Esto fue un éxito, y durante mucho tiempo no solamente las compañeras y compañeros esperaban mi frase como saludo del sistema, sino que incluso me enviaban por correo electrónico frases, algunas muy buenas, que yo me apresuraba a añadir a mi colección. Con detalles como estos veían a la informática como una herramienta amiga y a los informáticos como compañeros preocupados por ayudarles. Nada más lejos que otros estilos de informáticos/as estirados y ombligocéntricos más pendientes de congresos y de ascensos que lamentablemente acabaría imponiéndose en algunas subdirecciones generales.

Como ahora puede pasar, mis compañeros pensaron que había unido el servidor a algún sistema automático, a alguna base de datos de frases. Pero no, como ahora, cada frase que pongo está buscada y tecleada especialmente. Por eso veréis que los números no son correlativos.


Pero las autoridades cambiaron, y quien luego pasó al mando de las inspecciones (años ha, conste) pensó que había de controlar más y mejor el tema, y que había que hacer una web "más seria". Así que se acabó la frase, la interlocución y la bidireccionalidad y aquello pasó a ser un órgano más de emisión de instrucciones, controlado por una empresa, ya se sabe.

Y con estas bases , queridos niños, al retomar "mis emisiones" en Facebook, he vuelto a mi colección de frases. Me está sirviendo para ponerles una foto chula, para organizarlas y en algún caso para corregirlas. He leído por ahí opiniones muy corrosivas hacia aquellos que publicamos frases, o que nos gustan las frases, De divinos está lleno el mundo y pobre de aquel que necesita denostar a quien no piensa como él para parecer sabio. Los egos, en mayor o menor medida, se manifiestan también en las redes y para ello no tenéis más que ver cómo hay páginas en las que el autor-a solamente publica fotos de él, con él y él (o ella) en distintas posiciones, lugares y viajes. Pues intelectualmente pasa lo mismo.


Lo cual os cuento para que cuando veáis una de mis frases la veáis siempre como una muestra de máximo respeto hacia vosotros como persona, como una defensa de la reflexión ante la tecnología y la velocidad de respuesta que nos exige, como un homenaje, desde las pantallas, a todos aquellos que escribieron algo genial en un libro o dijeron algo genial en aquellos tiempos memorables en los que unos hablaban y otros escuchaban (y había quien tomaba nota). Y a todas aquellas compañeras y compañeros con los que me he cruzado a través de redes y pantallas y han sabido captar la intención y el mensaje: que esto no es más que un instrumento para ayudar a las personas, y en la medida en que eso se cumple radica su auténtico valor.

Y para despedirnos, nada mejor que otra frase:


Hacía mucho que no escribía en este blog, dedicado al de historia militar: Un tanque de siete pesetas. Hay que decir cosas cuando se tienen cosas que decir. Muchas gracias por vuestra compañía.