"Estoy anonadado, no porque
me hayas mentido, sino porque ya no puedo creerte."
Hay que reconocer que el imperio americano domina a la perfección los medios de comunicación, y sin duda tiene grandes expertos en gestión y control de masas: La crisis creada por las bombas colocadas en el Maratón de Boston ha sido rápida y espectacularmente resuelta: Se han identificado a los culpables, y se han eliminado.Eran pocos, de fuera, de otra religión, malos, muy malos y extranjeros. Ya está.
Curiosamente, si nos fijamos, la mayoría de los grandes atentados americanos se han explicado por la intervención de un solo, o muy pocos, criminales enloquecidos: Desde el asesinato de Lincoln, pasando por el de Kennedy, la bomba de Oklahoma... hasta llegar a estos últimos. Se coge al malo (vivo o muerto) y se descubre que actuó casi sólo, por rencor hacia una sociedad maravillosa que les acogió y les dio todo tipo de oportunidades. Se lo cargan, a ser posible antes de que pueda hablar. Y aquí paz y después gloria. Hasta otra.
Vivimos en una película, sometidos a que nos cuenten constantemente películas en las que ellos nos dicen quienes son los buenos y quienes los malos, cuándo tenemos que pasar miedo y cuándo tenemos que aplaudir después de que los Hombres de Harrelson solucionen la situación con muchos tiros (aquí eran 7000 contra un chico de 19 años herido, además de muchas tanquetas, helicópteros y demás maravillas del armamento antiterrorista). Nos dicen quienes son nuestros enemigos y quienes nuestros amigos, y nos aplican a la realidad esquemas de lo más simplistas para explicar cosas que luego, en sus pelis de las pantallas, resulta que son profundas conspiraciones de organizaciones multinacionales que lo que buscan es más dinero y más poder. Tal parece que los geniales guionistas de Hollywood (A muchos de los que sinceramente admiro) pretendieran decirnos: "No seáis pavos: la realidad no es la que os cuentan, hay más..."
En tiempos de la autocomplacencia franquista circulaba un "chiste" que decía que tras el asesinato de Kennedy los americanos nos cambiaban dos portaaviones por una pareja de la Guardia Civil. Visto lo que hemos visto, no es extraño pensar que si ellos hubieran tenido que soportar la pesadilla de ETA habrían desplegado los portaaviones por las calles, como mínimo, dada la sobreactuación desplegada que acabamos de ver.
Puede ser que todo sea verdad, incluso. Pero nos han acostumbrado a mostrarnos y a demostrarnos cómo pueden contarnos grandes mentiras, hacérnoslas creer (incluso alguno de nuestros presidentes se creyó lo de las armas químicas, aunque visto el personaje, pues...). Podría ser que hubiera armas de destrucción masiva en Irak, y luego no las hubiera. Pudiera ser que realmente los atentados de las Torres Gemelas los hubiera montado Bin Laden, y que sus antiguos socios de la familia Bush, de Arabia Saudí, la CIA, el FBI, el Ejército, La Fuerza Aérea, Rambo, 007, el de la Jungla de Cristal, los de Arma Letal, Chuck Norris... y todos esos que no sabemos si existen o no, no se dieran cuenta. Pudiera ser que hubieran llegado a la Luna y todo, y pudiera ser que pudiera ser que no fuera. Ya no sabemos si la realidad es lo que nos cuentan o si lo es porque nos lo cuentan. ¿Quien hace la realidad? ¿Quien nos ha dicho ahora que estamos en crisis, y antes nos decía que éramos ricos, y luego nos dirá que cómo queremos sanidad gratis si somos pobres?.
En cualquier caso, como de todas las películas se puede salvar algo, me quedo con Obama. Nos haría falta un Obama en Europa, con todo lo que lleva detrás. Está claro que no es tan simplista la cosa en la realidad, pero estamos en el juego de los personajes y de los roles. Quizás sea porque le veo como ajeno y posible víctima e todos estos manejos, quizás como algunos otros de los presidentes USA que nos presidieron a todos. Es complicado esto, pues no sólo estamos sometidos a la subjetividad de los mensajes que nos llegan, sino también a la de nuestro propio encaje de tales mensajes recibidos con lo que quisiéramos que fuera la realidad.
Empieza una campaña de miedos. Otra vuelta de tuerca más. El terrorismo hace que se interrumpan garantías constitucionales, que se justifiquen los hiperdespliegues policiales, que las masas se docilicen ante el miedo al enemigo inubicable e inesperado, que se demonice a las minorías (recordemos nosotros a nuestros moriscos, a los que se culpaba de los ataques piratas, que era un modo de terrorismo también). Si con el dominio de la radio Orson Wells hizo creer a millones de personas que estábamos siendo invadidos por extraterrestres, y Goebbels y sus secuaces movilizaban a los alemanes a pesar de los evidentes reveses de la guerra, qué no van a conseguir quienes tienen el dominio de las cadenas televisivas, las productoras de cine y de los medios de comunicación en general.
Podemos aplicar el principio de la duda cartesiana, y dudar incluso de que sea verdad aquello que de base establecemos como cierto. A lo mejor, quien sabe, llegamos a la conclusión de que la mejor solución es la que nos proponen, y de que es verdad lo que nos dicen. ¡Mira tú!. Pero lo escalofriante, lo verdaderamente escalofriante, es la facilidad, la entrega, con la que millones de ciudadanos medios aceptan, sin dudar, las explicaciones que se les da por las pantallas, y elevan a categoría de cierto lo que se les hace ver, que puede ser, como tantas veces ha pasado, un montaje (muy elaborado, eso sí). Se puede esperar que, en cualquier momento, una idea peligrosa, una paranoia colectiva, sea extendida y difundida condicionando vidas y países, y que el pacífico ciudadano se transforme en celoso guardián de no se sabe qué orden, persiguiendo y delatando a los "diferentes". Esto se ha reiterado en tantas ocasiones en la historia que no hay que olvidar esta amenaza. Cuando la energía de las masas tiende a volverse contra el poder (Imaginemos un país con una situación de paro y recesión incontrolable, y profundamente decepcionado de sus clases dirigentes, por ejemplo) no es extraño que se tienda a redirigir esa energía en luchas fratricidas entre quienes deberían estar aliados contra el auténtico enemigo. En España tenemos mucha experiencia en eso.
Las realidad es que la masa, como tal, es propensa y propicia a que le cuenten películas, a que le cuenten cuentos. Gracias a esto, las religiones han triunfado basándose en las fábulas más disparatadas. Porque el personal lo que quiere es solución a sus preguntas, recetas para actuar, entender las amenazas a las que se enfrenta y un señor poderoso que les proteja.(No hemos salido en esto de las épocas oscuras de tribus, hechiceros y caudillos). Como vemos, muchos de los esquemas freudianos en cuanto a tótems, tabúes y asesinato del padre caben aquí. Solamente desde el profundo conocimiento de esta dinámica se pueden establecer actuaciones y políticas - estas son a plazo muy largo - tan estudiadas como: "Creamos el peligro, se lo explicamos sencillamente para que lo entiendan, se lo enmarcamos en los esquemas que les hemos imbuido durante años a través de películas, series, noticiarios y videojuegos (a veces se confunden), les decimos quien es su enemigo, lo magnificamos, les libramos de él y los tenemos en el bote para otra temporada".
Guardaros este esquema y veréis cómo podréis explicaros muchas cosas, tanto pasadas como futuras.
Buenas noches