Estoy buscando alguna información que me hable de cómo la
jerarquía católica española se ha volcado en ayuda de los religiosos atacados
por el ébola. Quizás no la encuentre porque estará junto a los esfuerzos que la
Conferencia Episcopal Española ha hecho para paliar la crisis humanitaria deGaza, o quizás con las manifestaciones de obispos preocupados por la pobreza en
España, al menos por la infantil, tanto que les gustan los niños…
¿Qué no la encontráis? ¿Qué no la encontramos? ¿Puede ser
que tan santos varones, perfectamente atildados, luciendo grandes cruces, no
estén totalmente movilizados para asistir a aquellos miembros de su iglesia que
están dando la vida por los demás en primera línea? ¿Puede ser que estos
señores estén tan ensimismados en sus reuniones, en sus radios, en sus
periódicos para apoyar a ministros neofranquistas, para intentar imponer ideasabsolutamente trasnochadas, que no tengan tiempo ni ocasión para salir en
primera línea a defender a sus misioneros y misioneras?
¿Será que no tienen dinero? ¿Una institución, La Iglesia
Católica, que es una de las principales propietarias inmobiliarias del mundo? ¿Una institución que almacena en sus Catedrales y
en sus iglesias enormes tesoros, toneladas de plata, oro, piedras preciosas en
relicarios, casullas, etc.? ¿Unos cardenales que tienen, hoy día, báculos y
anillos de oro? ¿No pueden hacer nada para mejorar la situación de tantos
indefensos, empezando por sus propios “soldados” de primera línea? ¡Ah!, Claro! ¡Será
porque no hemos marcado bastante la X en la declaración de Hacienda y este Estado
no les pasa suficiente asignación!
En un país en el que siglos de opresión, Inquisición,
franquismos de varios tipos, fanatismos e incultura profunda (todo va unido) han conseguido que
las multitudes, incluyendo aquellos que pasan necesidad, ellos y sus hijos,
vean natural que las Vírgenes procesionen con mantos cubiertos de joyas, que en
las puertas de los Tesoros de las Catedrales se coloquen patéticos carteles con
niños hambrientos para pedir más dinero, y que arzobispos y cardenales noshablen de caridad cristiana vestidos con casullas, mitras, báculos, etc.cubiertos de oro, es normal que no escandalice que aquellos que han
interpretado el Mensaje de Cristo como entrega real a los demás estén
totalmente desatendidos y desvalidos, a no ser por las ONG, las ayudad directas
de otros cristianos o, como en este caso extremo, la intervención oportunista
de un gobierno movido por la opinión pública y coordinado por una ministra cuyo
principal mérito sanitario es ser amiga de Mariano Rajoy (A ver quien le encuentra alguno más).
Una vergüenza es lo que es, una vergüenza. Y encima pueden
decir aquello de "Que se hubieran quedado dando clases en los colegios, o dando
charlas sobre la castidad a las “chicas” o los “chicos” de esos colegios
concertados que curiosamente y anticonstitucionalmente separan los sexos.
Podrían vivir en los lujosos pisos de esos atildados vestidores de negro cuyo
principal Camino para servir a Dios es el de los cilicios, físico y morales. Y
cuya población a evangelizar es curiosamente la clase más alta, la que más
dinero y poder tiene o puede tener.
Somos conscientes de que hay dos iglesias católicas: La de
aquellos que se entregan a los demás para servir a Dios, total y absolutamente
apoyables y respetables, y la de aquellos que ponen la institución y la
credulidad de sus fieles a su servicio, que además, parece que son los que
mandan desde hace demasiado tiempo. Y cuando aparece alguno, como nuestro
apreciado Papa Francisco, todos nos tememos que pueda “sentarle mal alguna cena”
o padecer algún mal de esos que en el Vaticano ataca a los que intentan
deshacer los distintos tinglados que tienen montados todos estos personajes.
Tengamos claro que ellos serían los primeros en volver a
crucificar a un supuesto Jesucristo que volviera a predicarlas mismas verdades
que predicó aquel. Utilizarían a su ministro del interior de turno, a su
ministro de justicia (mirad lo que tenemos) para crucificar, de la forma que
fuese, a todo aquel que supusiera una seria amenaza para su castillo.
Están ahí, siguen ahí, profundamente unidos a gobiernos que
dirigen, teledirigen, asesoran y adoctrinan. Son los mismos a los que Jesús despreciaba,
los mercaderes del templo, los promotores de la Inquisición, los que hicieron
del franquismo una Cruzada, los del nulo derecho al aborto, los que se
refocilan con sus reuniones, sus micrófonos, sus grandes cruces y sus fajas
rojas mientras misioneras y misioneros, y muchos sacerdotes urbanos, dan su vida por los desfavorecidos, no
solamente sin su ayuda y sin su apoyo, sino sin el más mínimo reconocimiento, y en ocasiones bajo la persecución de una supuesta ortodoxia dogmática que siempre converge en lo mismo: perpetuar su poder y callar todo tipo de crítica.
Estos son los fariseos. Los veréis en la tele, cuando el
cura infectado con el ébola esté curado,
para utilizarle para pedir más dinero. Y si se muere, lo utilizarán para pedir más dinero. Veremos cuanto les llega a quienes realmente se lo merecen.