Los derechos fundamentales de todo ser humano (La sanidad, la educación, la justicia, el derecho a una vivienda digna, a sacar adelante a una familia, a aspirar a una justicia real, accesible y gratuita...), nunca deberían ser objeto de negocio, especulación o privatización. Si un gobierno gestiona mal, cámbiese el gobierno. Pero que no se utilice la rentabilidad como argumento para el saqueo de los bienes públicos. Los derechos no tienen precio, ni son negociables.


viernes, 1 de diciembre de 2017

Recuerdos de la Paleoinformática - Concejales

Buenas noches a todos.

Hubo un tiempo en que llegaron de repente a los ayuntamientos nuevos concejales (y a otros sitios otros cargos, claro), algunos de los cuales con un currículo compuesto solamente de fidelidades al amigo del partido de turno y nula o muy escasa preparación para nada. No sé si habréis pensado que esto pudo pasar o pueda pasar ahora.

Había también en aquel tiempo potentes y brillantes empresas de Informática, cuyos ordenadores eran grandes y caros (pero menos potentes que un portátil de ahora, realmente). Y los informáticos eran (éramos, ay) señores muy puestos de chaqueta y corbata, por cuyos servicios las multinacionales cobraban a los clientes un pastón y ellos (nosotros) cobraban/mos bastante menos, claro. Los trajes nos los teníamos que pagar nosotros, eso sí.


Pues resulta que un ayuntamiento cercano a Valencia, de cuyo nombre no quiero acordarme, decidieron que había que informatizar la cosa, y habilitaron diez millones de pesetas de los de principios de los 80 para ello, y comisionaron a los dos concejales de los departamentos más afectados para su compra (Lo de las normas de contratación del sector público y tal no parecían conocerlo), así que ni cortos ni perezosos se plantan en una de esas puestísimas empresas, sita en un edificio de lujo en Valencia (no era la que yo estaba, pero pudo ser, era en la que trabajaba un buen amigo), entran y preguntan (tal cual)

- "Buenas, ¿tienen ordenadores de diez millones de pesetas para ayuntamientos?"

Como os lo cuento. Imaginaos el descojone.

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