Buenos días. Lo que iba a ser el comentario de una frase se ha alargado, así que lo pongo en el blog para poder extenderme. Se escribe mejor aquí.
Todos hemos conocido personas que están siempre amargadas, y que cuando no tienen problemas graves los buscan acrecentando los pequeños. En cambio, hay gente admirable a la que ves con problemones serios y una presencia de ánimo extraordinaria. Los primeros se escudan en su desgracia, real o inventada, para exigir cariño y atención y justificar su egoísmo. Los segundos van sorteando y sobreviviendo a sus problemas con más facilidad porque desparraman confianza sobre los demás. "Si no aportas solución, formas parte del problema", tenía un cartel con este lema en la pared de mi despacho. A veces el problema de los demás eres tú, cuando debes ser tú la solución de los problemas de los otros, al menos de los que te quieren.
A lo largo de la vida vamos encontrándonos a los parásitos afectivos, aquellos que se agarran a nosotros para que seamos su terapeuta. Pero en realidad no quieren que les soluciones sus problemas, reales o muchas veces fingidos o al menos acrecentados. Quieren que les prestes atención y les descargues de la responsabilidad de enfrentarse ellos con la vida y con las consecuencias de sus decisiones. Con el tiempo vamos aprendiendo que no se puede avanzar con estas piedras atadas a los pies. Por pura supervivencia, por puro darwinismo, hemos de sacudirnos estas rémoras porque además la actitud negativa se pega, y puedes pasar por contagio a ser tú una carga para los tuyos. Al final, nadie quiere a los negativos, lo que les hace pensar que todo está contra ellos y potenciar su negatividad. Todo menos poner algo de su parte (ojo, no estoy hablando de los casos patológicos, que los hay. Pero también hay muchos que son mera comodidad)
En cambio, todos conocemos a esas personas que son bien recibidas en todas partes, que esparcen positividad, que en lugar de hablar siempre de sí mismos buscan temas que interesen a los otros y que generan dinámicas de interacción, entendimiento y paz. Estas son las compañías que debemos buscar, ya que todo se pega.
Ahí los que tenemos hijos, nietos o alguien a quien transmitir cosas tenemos una gran responsabilidad. No vale de nada dotarles de los mejores medios, la mejor educación, etc, si los mimamos tanto que no se mueven de casa por pura comodidad, si todo lo que les pasa es culpa de los demás y si en vez de empujarles a superar los obstáculos y a ganar confianza en sí mismos les decimos aquello de "Pobrecito mi hijo, es que nadie le comprende". Nadie va a traerte la vida al sofá, eso es la esencia del tema.
E incluyo esto para terminar con un homenaje a mis extraordinarios ex compañeros de la extinta UISC (Unidad de Informática de Servicios Centrales). Cuidadosamente elegidos supieron conformar un equipo cuya sinergia superaba con mucho a la suma de capacidades. En esto, como en muchas otras cosas, sí se puede. Es cuestión de actitud. (Como veis, todo esto también lo vivimos en la política)
Espero que os haya gustado y que os pueda ser útil si llega el caso. A ver si reactivo este blog que hay mucho que contar. Hasta entonces, que disfrutéis.
Todos hemos conocido personas que están siempre amargadas, y que cuando no tienen problemas graves los buscan acrecentando los pequeños. En cambio, hay gente admirable a la que ves con problemones serios y una presencia de ánimo extraordinaria. Los primeros se escudan en su desgracia, real o inventada, para exigir cariño y atención y justificar su egoísmo. Los segundos van sorteando y sobreviviendo a sus problemas con más facilidad porque desparraman confianza sobre los demás. "Si no aportas solución, formas parte del problema", tenía un cartel con este lema en la pared de mi despacho. A veces el problema de los demás eres tú, cuando debes ser tú la solución de los problemas de los otros, al menos de los que te quieren.
A lo largo de la vida vamos encontrándonos a los parásitos afectivos, aquellos que se agarran a nosotros para que seamos su terapeuta. Pero en realidad no quieren que les soluciones sus problemas, reales o muchas veces fingidos o al menos acrecentados. Quieren que les prestes atención y les descargues de la responsabilidad de enfrentarse ellos con la vida y con las consecuencias de sus decisiones. Con el tiempo vamos aprendiendo que no se puede avanzar con estas piedras atadas a los pies. Por pura supervivencia, por puro darwinismo, hemos de sacudirnos estas rémoras porque además la actitud negativa se pega, y puedes pasar por contagio a ser tú una carga para los tuyos. Al final, nadie quiere a los negativos, lo que les hace pensar que todo está contra ellos y potenciar su negatividad. Todo menos poner algo de su parte (ojo, no estoy hablando de los casos patológicos, que los hay. Pero también hay muchos que son mera comodidad)
En cambio, todos conocemos a esas personas que son bien recibidas en todas partes, que esparcen positividad, que en lugar de hablar siempre de sí mismos buscan temas que interesen a los otros y que generan dinámicas de interacción, entendimiento y paz. Estas son las compañías que debemos buscar, ya que todo se pega.
En el trabajo pasa lo mismo. No hay nada más negativo que un cenizo, y todos hemos tenido alrededor más de uno. Hay gente que se cree mejor por criticarlo todo y se admiran cuando se les rechaza y se les manifiesta su prescindibilidad. Se puede aprender todo, pero una personalidad adulta negativa es mala cosa para un equipo de trabajo. Los estadounidenses han definido muy bien la división entre ganadores y perdedores, "Loser" es un insulto grave para ellos. Y en mucho está relacionado con lo hablado. Hay perdedores vocacionales y hay ganadores natos.
Ahí los que tenemos hijos, nietos o alguien a quien transmitir cosas tenemos una gran responsabilidad. No vale de nada dotarles de los mejores medios, la mejor educación, etc, si los mimamos tanto que no se mueven de casa por pura comodidad, si todo lo que les pasa es culpa de los demás y si en vez de empujarles a superar los obstáculos y a ganar confianza en sí mismos les decimos aquello de "Pobrecito mi hijo, es que nadie le comprende". Nadie va a traerte la vida al sofá, eso es la esencia del tema.
E incluyo esto para terminar con un homenaje a mis extraordinarios ex compañeros de la extinta UISC (Unidad de Informática de Servicios Centrales). Cuidadosamente elegidos supieron conformar un equipo cuya sinergia superaba con mucho a la suma de capacidades. En esto, como en muchas otras cosas, sí se puede. Es cuestión de actitud. (Como veis, todo esto también lo vivimos en la política)
Espero que os haya gustado y que os pueda ser útil si llega el caso. A ver si reactivo este blog que hay mucho que contar. Hasta entonces, que disfrutéis.
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