Para mi alucine, he descubierto que hay personas que llevan la tarjeta de claves junto a la visa, bien sea en la cartera o en ese bolso mágico de incalculable capacidad.
Esto no resiste ningún análisis lógico, ni de seguridad. Es como llevar las llaves con la etiqueta de la dirección casa y un horario de cuando estamos, o la matrícula en el llavero del coche (¡Como! ¿Que la lleváis?)
No vale el argumento inocente de que tienen que saber vuestro usuario y contraseña. ¿En cuantos sitios de Internet habéis puesto vuestro Nif y vuestra fecha de nacimiento? Y el código de seguridad..... ¿No tenéis las fechas de nacimiento de vuestros hijos a la vista? ¿O las vuestras? ¿Cuanto creéis que les cuesta a los expertos en estas cosas reventar una contraseña numérica, como es la mayoría en los bancos?
Haced el favor de no ser pardillos. Si os roban la cartera con las claves, os despluman rápidamente.
Los derechos fundamentales de todo ser humano (La sanidad, la educación, la justicia, el derecho a una vivienda digna, a sacar adelante a una familia, a aspirar a una justicia real, accesible y gratuita...), nunca deberían ser objeto de negocio, especulación o privatización. Si un gobierno gestiona mal, cámbiese el gobierno. Pero que no se utilice la rentabilidad como argumento para el saqueo de los bienes públicos. Los derechos no tienen precio, ni son negociables.
miércoles, 24 de junio de 2015
miércoles, 17 de junio de 2015
LOA Y GLOSA DEL ALMUERZO
Siempre he defendido, con la teoría y con el ejemplo, que el almuerzo es una terapia social mediterránea. Las mejores dinámicas de grupo Se practican en el almuerzo, donde se distiende el ambiente y se habla del trabajo de otra forma. Me resultan cargantes aquellos que, en cuanto les ascienden, visualizan su teórica superocupación en que "Sólo puedo tomarme un cortadito y rápido, que tengo mucho trabajo", para luego pasarse horas haciendo el pijo sumiso por los despachos. La interrupción del almuerzo, en sociedad, relativiza los problemas, hace más corta la mañana y hace viable los largos horarios, irracionales por estas tierras sobre todo entre los funcionarios y currantes en general. Y que nadie diga que se pierde productividad, porque se arregla más en un almuerzo distendido que en todas esas reuniones estiradas y enchaquetadas.
Hemos sido invadidos por la imitación torpe de costumbres ajenas, en un país donde, con el calor que hace en pleno verano, los ejecutivos (y los comerciales, pobrets) tienen que ir trajeados (¿Habráse visto irracionalidad mayor?) y cosas tan patrióticas como el bocata son sustituidas por pijeces con nombre anglosajón.
También me ha resultado siempre chocante que los jefazos, espero que inconscientemente, tienen la pérfida costumbre de poner las reuniones a la hora del almuerzo. Es una mierda, porque ya son bastante peñazo tales reuniones como para encima tener que aguantarlas con la barriga vacía. ¿No sería mejor empezar la reunión bajando todos a almorzar, reírse juntos un rato y preparar un ambiente distendido en el que los problemas se arreglan mucho mejor? Pues no, se mantiene ese distanciamiento en el que se refugian quienes carecen de autoridad/categoría propia y ponen barreras formales. Eso no es gestión de grupos, eso no es liderar. Es mandar. Y así nos va.
Defiendo radicalmente el almuerzo y la siesta. Obviamente, en los países que anochece a las cuatro de las tarde, no será necesaria. Aquí, ya me diréis qué rendimiento se puede sacar a mediodía de verano después de comer.
No sé si seremos más elegantes o más europeos privándonos de estas cosas, pero sí creo que seremos unos idiotas de narices. Vivir bien y estar contento no son la antítesis de la productividad ni del trabajo bien echo, a pesar de que los cuervos radicales de la religión y del capitalismo feroz nos quieran hacer creer que tenemos que parecer amargados para que se crean que somos eficientes.
Así que os animo a la defensa de estos valores también esenciales de nuestra cultura. Si en vez de tanta mala uva nos hiciéramos unos almuerzos juntos, se arreglarían muchas cosas.
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Reflexiones
viernes, 12 de junio de 2015
ORGANIZACIÓN, INFORMÁTICA Y POLÍTICA
Uno, que entró en la Generalitat
Valenciana prácticamente cuando la estaban poniendo, proveniente de la
Informática del entonces Insalud y previamente de distintas multinacionales, y
que ha visto nacer y evolucionar la informática en la misma, no puede evitar un
cierto escepticismo ante los diferentes cambios de poder – y este que viene es
notable – y, con muchos trienios y casi acariciando la jubilación, cree casi
obligatorio exponer estas reflexiones, a ver si alguien con posibilidad de actuación se las lee
y compartiendo el tema, piense que vale la pena tenerlas en cuenta y hacer algo
al respecto.
En la primera empresa de
informática en la que empecé, allá por 1975, ya
me enseñaron una máxima inglesa que, traducida de forma contundente,
dice que “Cuando se informatiza una mierda, lo más que se obtiene es una mierda
informatizada”. Quiere esto decir que, si no tenemos un proceso organizado,
optimizado y probado, es absurdo invertir en poner ordenadores y hacer
aplicaciones porque lo más que se va a obtener es que esa informatización
evidencie el caos de forma más rápida y contundente.
Cuando comenzó la Generalitat
socialista, con la ilusión de aquellos momentos de hacer las cosas con
proyección de futuro y la creencia de que se podía y debía actualizar los
procesos administrativos con una visión ambiciosa, global y de amplio recorrido,
se creó la “Dirección General de Organización y Sistemas de Información”, (De
la que al parecer todavía queda algún superviviente perfilándose en el
horizonte, cual Ave Fenix, que conociéndole sabemos que no confundirá la
incombustibilidad con la infabilidad) con la intención, dentro del más sensato
sentido común, de que antes de los procesos de informatización fueran los de
organización. Y detrás había una voluntad de las jerarquías administrativas que
controlaban tales procesos. O debía haber, puesto que tan brillante idea se
disolvió en el marasmo de las inercias de una burocracia digamos perezosa y los
manejos de quienes no querían ceder parte de su poder ni evidenciar su práctico
desconocimiento de aquellos procesos que supuestamente debían manejar, o su
incapacidad para poner orden y concierto entre sus subordinados, o la sumisión
a determinados intereses que medran mejor en el descontrol.
Durante estos años hemos visto
cómo la evolución informática ha estado sujeta a vaivenes políticos. Demasiado
sujeta. Y dependiendo demasiado de los antojos y deseos de venta de grandes
proyectos que, sin llegar a decir que fueran innecesarios, a lo mejor debían de
haber sido planteados de otra forma para beneficiar más y mejor a la propia
Administración y menos a los intereses de partidos, personajillos y no digo ya
empresas con las que se tiene algún compromiso. Eso no lo voy a decir.
La Informática es una
infraestructura. Lo que hace años era una “modernización” ahora es una
necesidad. Y hay que crear las redes de comunicaciones, bases de datos, flujos
de los mismos, etc., con una visión de futuro y, por decirlo así, de Estado. Es
aberrante que servicios que hacen lo mismo tengan distintas aplicaciones
informáticas, por ejemplo.
Imaginemos que se decide hacer un
Ave hasta la ciudad X (evidentemente, saliendo de Madrid, que aquí todo empieza
y acaba en Madrid). Y que a la mitad de camino, cuando están ya las vías
puestas, se decide que vaya por otro sitio. Y se tiran las vías, las obras y
las horas de trabajo de un montón de personas. O que cuando está hecho, el
alcalde de X decide que no se use, que es una cosa que decidió el alcalde
anterior, que era de otro partido o, lo que es peor, del suyo propio. O que los
usuarios deciden que no les gusta el color del tren, y que se lo cambien porque
si no no lo usan.
Pues cosas como esa hemos visto
todos los informáticos, seguro. Inversiones millonarias en contratos de
empresas y/o horas de trabajo de los técnicos de la casa (el importe de estas
nunca se tiene en cuenta, parece que nadie las pague) que se van al traste
porque cambian el director general, el jefe de servicio o porque determinados
usuarios “potentes” deciden que no van a usar ese programa, que van a seguir
como antes, por la razón que sea (inercias, que se visualicen cosas que no les
interesan, o quizás el mismo color de la pantalla, oigan, que hay gente que
alega cualquier cosa).
Terrible es cuando llega el
momento de reorganizar las consellerías, para repartir de otra forma el poder o
para recolocar a algún paracaidista. El corta-pega de servicios, la invención
de nombres altisonantes para describir que se hace lo mismo, o para tapar que
no se sabe lo que se hace, ocasionan la pérdida, además de una suma
considerable en membretes, traslados y compra de muebles nuevos (cuanto más
incompetente es el político, más caros necesita los muebles, ¿os habéis
fijado?) en aplicaciones informáticas que van a dejar de usarse por alguna
buena razón. Y se vuelve a lo que se quería evitar: Duplicar datos, complicar
procesos y multiplicar costes. Todo por la desorganización o, lo que es peor,
la subordinación de la organización a las veleidades de un partido en el poder
sin más programa que la supervivencia y la apariencia.
Luego está el papanatismo
modernero, que viene cuando el responsable de turno quiere ser tan moderno como
sus colegas de otras administraciones, viene de algún congreso en el que no se
ha enterado de nada, o se ha enterado mal y se le indigesta, o ha recibido una
sobredosis de información interesada de los interesados comerciales de alguna
multinacional (es su trabajo) que quieren venderle muy caro lo mismo que ya se
está haciendo pero que este pavo no se ha enterado.
El problema de la informática es
que permite y justifica el trasiego de mucho dinero, permite los anuncios
rimbombantes porque eso de las “nuevas tecnologías” sigue vendiendo en prensa y
tele y permita hacer creer que se está avanzando en algo cuando lo único que se
está haciendo es untar con tecnología procesos aberrantes, cosas que se están haciendo
mal por no sentarse a organizar antes.
Hay que parar esto. Hay que
desparramar sentido común, juntar a pensar a todo el mundo y planificar lo que
se está haciendo no para que el partido o el dirigente X salga del paso, sino
para que toda nuestra sociedad salga del atraso real y de la ineficiencia
organizativa. No somos mejores porque tenemos las consultas médicas
informatizadas cuando el médico tiene que ver a demasiados pacientes en cada
intervalo horario programado en el ordenador, o cuando tardamos demasiado
tiempo en operar a un paciente por mucho que su historia clínica se pueda ver
en París por Internet. O cuando vendemos
que estamos preparando la administración electrónica y determinados
departamentos claves para la tramitación de expedientes no reconocen la firma
electrónica y siguen pidiendo el papelito con la rúbrica. O cuando se piden
repetidamente a proveedores y/o particulares documentos de los que ya dispone
la Administración. O cuando se paran proyectos informáticos a medio hacer
porque “El President” ha dado orden de cortar gastos y aquí quien más corta es
quien más se luce, y se tiran a la basura recursos y presupuestos empleados en
proyectos que se quedan a medias. O cuando lo que mola es inaugurar y no se
tiene presente que cada proyecto que se inaugura implica dedicación permanente
de recursos para su mantenimiento correctivo o evolutivo. Hay que mirar muy
corto para decir que una aplicación se termina y ya está, en una administración
en constante evolución y en constante generación normativa. Lo que se hace, hay
que mantenerlo. Y eso va exigiendo el incremento de una estructura dedicada.
Y que no nos vengan ahora con
consultorías externas, cursos de normativas y otras zarandajas. Tenemos
excelentes profesionales, excelentemente preparados y excelentemente conocedores
de nuestra Administración, como para no tener que caer en la trampa de que
vengan unos enchaquetados a precio de oro a cobrarnos a precio de oro el
Powerpoint con lo que les hemos contado, para que nos digan que tenemos que
acabar contratándoles el desarrollo de un proyecto que nos van a cobrar porque
se lo contemos, y luego una pasta por mantenerlo.
Hay que adecuar nuestra
estructura a nuestras realidades, ya que si hacemos lo contrario generaremos el
caos. Es mentira eso de que no creamos plazas para ahorrar en capítulo I
(Personal) (En algunas consellerías, por ejemplo, Sanidad, ni más ni menos, la
carencia de informáticos de plantilla es apabullante en proporción a la carga
de trabajo) cuando se ha de echar mano, para hacer y mantener los mismos
proyectos que exige en funcionamiento el mismo político que restringe la
plantilla, de contratos externos mediante capítulo II (gastos) o capítulo VI
(Inversiones).
Por todo esto, y por muchas cosas
más que sin duda me dejo, es necesario un pacto de futuro entre las diferentes
fuerzas políticas. Y quisiera creer que es más fácil entre partidos
progresistas, pero al final la experiencia me ha demostrado que siempre está el
riesgo del amiguete “Que sabe mucha informática” (aunque no sea su profesión),
o el compromiso del partido, o el que nos impone el sindicato. Vivimos en una
época en la que cualquiera que tiene una Play en casa, o que sabe usar el
Office, se cree que sabe Informática y sus amigos piensan que pueden dirigir un
departamento. Pongamos profesionales de verdad, oiga. Y no miremos el partido,
puesto que los españoles vamos teniendo muy claro que la calidad de las
personas y la eficiencia de los profesionales ya no dependen de la etiqueta.
Que ya no valga eso de poner a la/el impresentable prepotente porque está
avalada/o por una/un directora/or general/o con fuerza en ese momento, (esto de
la corrección político-sexual es un lio), o porque nos ha servido fielmente a
los intereses de espectáculo político, o cualquier otro de esos “méritos” con
los que lamentablemente hemos visto justificar las peores decisiones.
La Informática, los Sistemas de
Información en general, para ser precisos, son una infraestructura necesaria.
No deben estar sometidos a la política, y mucho menos a la politiquería. Y no
sirven si previamente no se han organizado, optimizado, racionalizado, etc. los
procesos administrativos.
Creemos una Administración
ligera, útil y eficiente. Dediquemos unos esfuerzos previos a saber qué se
hace, mejorarlo y definir los cauces y procedimientos de una administración
moderna, al servicio del ciudadano y socialmente comprometida. Pero esto no es
tarea de los informáticos, nosotros vendremos después, cuando todo esto esté
hecho, para hacer las herramientas que faciliten las tareas ya definidas. Esto
es tarea de los responsables de los procesos administrativos, desde el primero
hasta el último. De los legisladores, que adapten la normativa al respecto, y
de los ejecutivos, para que no permitan que indolencia, inercias y/o intereses
minen tanto esfuerzo.
Aquí notaremos si tenemos un
gobierno de futuro o un gobierno de partido. Si se piensa en el pueblo y en el
interés común o en el ombligo de partidos o personas.
Y termino con un sincero homenaje a mis compañeras y compañeros, a los que mantienen en pie día a día este tinglado que permite que funcione una administración y una sociedad que, ya, precisa del soporte informático para poder funcionar. Recurriendo al verso 20 del Cantar del Mio Cid: "Dios, que buen vassalo si ouiesse buen sennor!"
Y termino con un sincero homenaje a mis compañeras y compañeros, a los que mantienen en pie día a día este tinglado que permite que funcione una administración y una sociedad que, ya, precisa del soporte informático para poder funcionar. Recurriendo al verso 20 del Cantar del Mio Cid: "Dios, que buen vassalo si ouiesse buen sennor!"
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