Vivimos en un país en el que
durante demasiados años ha predominado el “Cojoproyectismo”. Es decir:
Proyectos grandes, de mucho dinero, que se pudieran sacar en la tele e
inaugurar, y que dieran a sus promotores mucho dinero, o glorias, o votos.
Esto ha afectado también, cómo
no, a la informática. Han sido los macroproyectos (Cojoproyectos en el argot interno,
que viene de cuando aquellos políticos triunfantes se decían: “Vamos a hacer un
proyecto acojonante”, y nos dejaba acongojados a todos aquellos sobre los que
iba a recaer el marrón, que no las fiestas ni las medallas, ni mucho menos el
dinero).
No vamos a decir que algunos de
esos cojoproyectos no fueran necesarios, ni mucho menos que todos los que en
ellos participaban fueran unos cantamañanas y unos “subealcarros”. Ha habido gente
muy buena que se ha dejado la piel en cosas muy interesantes, de cuyo resultado
muchos se están beneficiando ahora. Otra cosa han sido las formas y los costes, y el hecho de que - naturaleza humana - algunos de quienes desde los centros los criticaban ferozmente, al llegar a los ascensores de la Conselleria se transformaban y se deshacían en elogios y parabienes. ¡Lo que se hace por mantener un cargo!
Pero generalizar siempre es malo, y habría que entrar al detalle para comprobar
si, en algunos casos, hubiera sido más rentable otro procedimiento y si se
escogió el mejor camino. Personalmente, claro, defiendo siempre a los técnicos
que no hacían más que cumplir consignas, y cuya voz tantas veces se anegó en
personalismos, partidismos, triunfalismos y demás *ismos. Ahora, lo que hay que
hacer es intentar aprovechar lo que se ha hecho, mejorar lo mejorable y
encauzar todo el conocimiento que hay en ellos para el mejor servicio a los
ciudadanos.
Pero al igual que en Medicina no
todos son cirujanos-figura-mediáticos, sino que hay una amplia red de
profesionales que, afortunadamente, velan por nuestra salud de forma diaria y
callada, en Informática todos esos cojoproyectos no hubieran podido ponerse en
marcha si no hubiera existido un background de informáticos, telecomunicaciones e instalaciones que
han permitido que tales aplicaciones lleguen a funcionar en los diferentes
puestos de trabajo. El cojoproyecto se lanza una vez, se paga mucho durante un
tiempo y se lleva varias veces a distintos congresos donde se ponen las
medallas los que no han trabajado en ellos. Pero tras el día a día hay mucho
esfuerzo, muchos profesionales y mucho
trabajo, para conseguir que el usuario final se beneficie de ellos.
Y en el
caso de la Administración, el usuario final es el ciudadano, que percibe la
informática – como debe ser – como un instrumento de trabajo que facilita la
labor del funcionario que le atiende. Cuando ese instrumento falla, y ve que el servidor de lo público (administrativo, facultativo, etc.) se queda sin herramienta, este ciudadano percibe que
aquellos que le vendieron el cojoproyecto le han engañado.
Hay que hacer una lectura tremendamente real y práctica: Hay que mantener, día a día, la
maquinaria en marcha. No se puede privar a los trabajadores, sea cual sea su nivel, de una herramienta necesaria de trabajo. Y cada cual percibe, desde
cerca, qué le falla y cuando le falla. Es muy importante la cercanía, el acompañamiento sereno para aquellos que no dominan una herramienta y que se encuentran indefensos ante situaciones que no conocen.
Cuando empezaba todo, y como “informático-fundador”
de la casa era conocido y consultado, siempre advertí que una cosa era probar
esas maravillosas cojo-aplicaciones en un buen ordenador en la Consellería, con
pocos pacientes de prueba y un tubo gordo de comunicaciones que utilizarlo en
un centro de salud, con una máquina limitada, unas comunicaciones ajustadas y
un montón de pacientes esperando. Opté por el “autoexilio”, mientras se
embarcaban triunfadores y firmadores que aseguraban que todo aquello era viable
técnicamente. El tiempo ha puesto la razón en su sitio, y hasta que no ha
habido una infraestructura suficiente tanto de comunicaciones como de hardware,
las cosas no han funcionado como toca. Los errores, en este caso, se han pagado con
dinero de los ciudadanos y con muchas horas de estrés y de trabajo de los
técnicos. Las medallas siguen en el pecho de quienes se las pusieron antes de
hora.
De la misma forma que tenemos AVE
a un montón de sitios, y por la que se invierte más tiempo e ir de Valencia a
Bocairent que de Valencia a Madrid, por ejemplo, se han invertido sin problemas
muchos fondos en tales cojoproyectos, pero en la informática del día a día no
solamente se han escatimado fondos, sino plantillas, recursos y atenciones: Hay una
amplísima red de trabajadores que utilizan día a día los ordenadores, y que ven
natural que al arrancar estén disponibles los servidores, y que todo funcione
armónicamente. Pero esto, que lleva detrás un trabajo denso y continuo, no se inaugura, ni aparece en las revistas, ni se lleva a los congresos. Quizás el problema esté en la relación esfuerzo-autobombo.
Esto no es fácil, ni
funciona solo. Es comparable a quienes viajan plácidamente en un
trasatlántico: Solamente se acuerdan de quienes están en las máquinas currando
al calor de las calderas, sin ver el sol, cuando las máquinas fallan. Pero mientras
tanto, el sol y la brisa marina son para los de cubierta. Por otra parte,
también desde dentro de la profesión informática, para muchos ha sido mucho más
atractivo pasar a ser “project-managers” que currantes del día a día. (Hay que
ver en Linkedin, por ejemplo, la cantidad de honores que se pone la gente, algunos/as con muy benevolente imaginación)
Cuando gestionas proyectos, llevas chaqueta y corbata y en función del
presupuesto que manejas las empresas te quieren más o menos. Y puedes ir a los
congresos y vender la moto que has comprado con el dinero de los ciudadanos y
que están haciendo otros a través de una empresa que te cobra una cantidad
inmensa por sus intermediaciones (director de proyecto, arquitecto de sistemas,
ingeniero de sistemas, señor que mira, apuntador, etc. Total, que el que
realmente curra se lleva un sueldo de miseria mientras la pasta se reparte en
forma piramidal-inversa.)
No voy a decir que los grandes
proyectos son malos, ni que lo sean sus participantes, entre los cuales hay
grandes profesionales, amigos y compañeros, y empresas muy respetables. Pero sí que digo que hay que
invertir más en las infraestructuras “de cercanías”. No vale eso de hacer para
los usuarios cursos “de iniciación” y “avanzados” en los que se les explica
cosas genéricas, y no cómo funciona su centro de trabajo, y luego ponerles
frente a un tinglado mucho más complejo que el ordenador de casa. Hay que
formar a la gente en el uso de las herramientas de red, de SU red. Hay que acostumbrar a
los usuarios al uso de la red corporativa, de los portales colaborativos, de las nuevas tecnologías. Hay
que conseguir poner en marcha los “grupos de mejora” ahora que – esperemos –
ningún/a alto cargo salvaje nos lo prohíbe mientras dice eso de que “no hay que
enseñar a los funcionarios, que luego nos ocultan información”. Hay que poner
en marcha la Administración electrónica, de verdad, en cada puesto de trabajo. En
definitiva, hay que aprovechar y enseñar a los trabajadores a aprovechar las
herramientas que tenemos, para optimizar trabajos y para mejorar la
administración. Y eso no se consigue contratando servicios de atención telefónica,
ni empresas intermediarias: Eso se consigue consolidando una plantilla de
informáticos con poca necesidad de aparentar y muchas ganas de trabajar (que
los hay) que conozcan bien la casa, sus interacciones y la particularidad de
cada uno de sus servicios y usuarios. Solamente así optimizaremos nuestro
entorno y crearemos unas buenas pistas de despegue para que aquellos que
quieren mantener, resucitar o replantear los grandes proyectos tengan donde
ponerlos y que además funcionen.
La Informática, ya, es una
infraestructura básica. Y si queremos construir una Administración moderna y
eficiente que realmente sirva al ciudadano, tenemos que dotar a sus
trabajadores de una herramienta eficiente y fiable. Ha pasado el tiempo de los
escaparates y de los decorados. Tenemos que construir el futuro y para el futuro.
A mis compañeros de las trincheras